«El entroido de Laza me enamoró hace 41 años, y ahí sigue»

sindo martínez XINZO / LA VOZ

LAZA

CEDIDA

Antonio Muñoz recopiló medio siglo de imágenes y vídeos de la fiesta; que serán proyectados el sábado en A Picouta

22 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El sábado, día 25, a las 21.00 horas, Laza volverá a revivir en agosto la fuerza de su carnaval de invierno. Una iniciativa del antropólogo de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Muñoz Carril en colaboración con la asociación de vecinos, recreará el espíritu de la farrapada en plena canícula. El lugar será la emblemática praza de A Picouta.

Las luces del pueblo se apagarán para exponer ante el vecindario más de 300 de imágenes. También se pasará un vídeo de casi 30 minutos que rememorará los últimos 40 años de historia de uno de los carnavales más ancestrales de Galicia. El antropólogo madrileño abrió una página en Facebook llamada Laza: entroido de mi memoria, con cientos de fotos de estas últimas cuatro décadas.

Muñoz es doctor en Sociología por la UCM (Especialidad Antropología Social) y Premio Nacional de Investigación Marqués de Lozoya en Artes y Tradiciones Populares. Participó en 2011 en la redacción del Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial (IPCE) y es miembro de la comisión de seguimiento del mismo. En 2004 realizó un trabajo sobre la historia del entroido de Laza. «Este tipo de trabajo es una forma de devolver al pueblo de Laza su acogimiento durante 41 años. Es obligación de historiadores, estudiosos y fotógrafos devolver al pueblo lo que nos dio», señala Muñoz.

Todo comenzó en 1977, cuando un joven estudiante acudió a Galicia para ver rituales ancestrales de la Galicia interior para hacer una tesis doctoral. «Quedé impactado. Me enamoré del entroido de Laza hace 41 años. Así hasta hoy», señala. «En aquella época la fiesta estaba un poco abandonada. La emigración de los años 60 y 70 y la cultura urbana provocaba que se mirara con una cierta arrogancia un ritual rural», dice. Recuerda que en aquella época no había infraestructura hostelera alguna. «La gente te acogía en su casa con una enorme generosidad y cortesía», menciona. No fue hasta los años 90 cuando hubo un movimiento de recuperación de la memoria, con la apertura de museos etnográficos, cuando se reabrió la trascendencia histórica de rituales como el carnaval.

En los años 80, cuando impartía clases en Estados Unidos, Muñoz trajo a estudiantes de New York a conocer el entroido. «Alumnas americanas ahora cincuentonas, que entonces tenían 20 años, aún tienen fotos de aquellos años», apunta. Y añade: «En Laza hay una tradición de respeto y valorización de la tradición que se ha transmitido a través de generaciones».

Esta revisión de imágenes históricas cumple un doble objetivo, de un lado, recordar la memoria colectiva; de otro, favorecer que todos asuman una identidad común. Y añade: «Mantener el espíritu y la tradición de estos entroidos tradicionales es algo muy importante para esos concellos. Es fundamental que la masificación que viven no desvirtúe su esencia, ya que hay ocasiones en la que el gentío es tal que ni casi las máscaras pueden correr por la calle, por ejemplo, en A Picouta, en los días grandes del entroido».

El papel de los poderes públicos en el mantenimiento y potenciación de estos carnavales es clave, según el sociólogo. «El entroido y otras fiestas pueden morir de éxito, de fama, por la masificación. Lo sobreexplotación puede acabar con la fiesta», valora. Y reflexiona: «Sucederá cuando la propia gente del pueblo diga ‘Viene el tropel de fuera. Llega el carnaval, me voy’. Es precisa una correcta dimensión de los eventos y concienciar al público asistente. La fiesta debe ser sustentable en el tiempo».

Pese a ese peligro, el potencial económico ligado a «este tipo de rituales como tirón turístico para una zona es innegable», comenta el antropólogo.