Ya puedes comer todo el año en una de las cuevas de Valdeorras

María Cobas Vázquez
M. COBAS O BARCO

LAROUCO

Rebeca Núñez es la directora de Cova da Xabreira
Rebeca Núñez es la directora de Cova da Xabreira Agostiño Iglesias

Simón Val abrió este verano su proyecto enoturístico, una bodega con servicio de restauración en Seadur (Larouco) que se ha convertido en un imprescindible en la zona. Rebeca Núñez es la directora de Cova da Xabreira

23 mar 2023 . Actualizado a las 12:50 h.

La madre de Simón Val Armesto nació en Seadur (una aldea en el pequeño concello ourensano de Larouco, de apenas 440 habitantes) y él tenía en el pueblo el lugar al que volver. Ahí estaban los abuelos, así que era lugar de regreso con frecuencia. Simón creció viendo y disfrutando de las covas, bodegas excavadas en la tierra que en Seadur son una estancia más de la casa (aunque separada), pero que son poco frecuentes (y menos en ese número) en otros puntos de la geografía gallega con tradición vinícola. Construcciones con mucha historia que allá por el 2004 Simón y otros tres amigos quisieron ver como un posible reclamo turístico. Y se pusieron a organizar una ruta por las covas.

La idea era hacer algo de fiesta y, de paso, recaudar dinero para las celebraciones patronales de Santa Mariña. Con el tintineo de que su idea era una locura, la pusieron en marcha. Consiguieron el visto bueno de 14 propietarios. Rematada la negociación, tocaba el trabajo físico, porque muchas de las covas eran usadas como trasteros. Ni idea tiene de cuántos tractores llenos de basura y escombro sacaron antes de dar vida a la primera ruta das covas. Todo un éxito. «Contábamos con 300 persoas e chegaron 600», recuerda Simón. No fue un problema. La idea era ofrecer vino de la casa y pinchos, y si algo tiene el rural gallego es que comida nunca falta. Así nació una fiesta que se ha convertido en la principal de Larouco, y que cada año (salvo estos dos últimos, por culpa del covid) reúne a miles de personas en la pequeña aldea cada Semana Santa.

Una oportunidad

Una de las covas que siempre abrió sus puertas en la ruta fue la de la familia de Simón. Aunque en el inicio no era la que tienen ahora, sino otra. «Esta levaba moito tempo á venda e eu convencín a meu pai para que a mercara porque era para min a máis bonita», recuerda. El progenitor accedió. Se deshicieron de la suya y adquirieron la que entonces Simón bautizó como Cova da Xabreira, en referencia al monte que hay justo por detrás de la bodega. Está casi al final de una zona en la que hay casi 70 covas. «Aquí cada casa ten unha», relata. Y añade: «Temos un patrimonio único, cunha orixe non tanto produtiva como vinculado á xente». Muchas fiestas se han celebrado en ellas.

Detalle del interior de Cova da Xabreira
Detalle del interior de Cova da Xabreira Agostiño Iglesias

De manera paralela, los padres de Simón decidieron reestructurar las viñas heredadas y plantaron una hectárea, que después fue una y media y así poco a poco. Hasta que un día los mayores dijeron que dejaban de trabajar el viñedo. El hijo decidió hacerse cargo. Era el 2012 cuando asumió la gestión, con la idea de crear su propia bodega. Pero no pensaba Simón en una instalación al uso, sino que siempre quiso ver en Cova da Xabreira un proyecto enoturístico, que este verano, por fin, ha conseguido poner en marcha. No es solo una bodega que produce vino, sino que se ha convertido también en un bar, un restaurante y, sobre todo, un lugar de encontros, como indica el cartel.

Porque ahora en Cova da Xabreira no solo se puede comprar el vino del mismo nombre, sino que también se puede disfrutar de una comida o una cena, siempre con reserva (a través de la web del mismo nombre), en las noches del jueves al sábado y en los mediodías del viernes al domingo. Recuerda entonces Simón que él tiene otra ocupación laboral, que ni siquiera está en Larouco, sino que tiene su base principal en A Coruña. Los kilómetros también marcan, por eso en esta nueva aventura el bodeguero cuenta con el apoyo de Rebeca Núñez. Ella es la directora del proyecto. No solo coordina las reservas y gestiona el trabajo, sino que también es la cara más visible de un local que este verano colgó el cartel de completo en numerosas jornadas. Lleno, pero sin agobios. Apuestan por un servicio personalizado y buscan ser un entorno seguro en medio de una pandemia, así que no doblan servicios. Además, las entradas de los clientes son escalonadas para evitar que se produzcan aglomeraciones de gente mientras esperan a ser sentados.

La terraza de Cova da Xabreira
La terraza de Cova da Xabreira Agostiño Iglesias

Funciona por reserva, insiste Núñez, con la excepción de la terraza (aunque ahí no se puede comer, solo tomarse algo). Cova da Xabreira cuenta con una coqueta zona exterior. Una pegada a la construcción y otra cruzando la carretera, esta en forma de balcón. Es un lugar con unas vistazas sobre Larouco con las montañas como fondo, y que en un lateral cuenta con una curiosa puerta que da acceso a la mesa del rincón. «Antes de que se construíra a N-120, as hortas de Seadur estaban abaixo xunto ao río, e para atravesar á Rúa para a feira, era preciso cruzar con barqueiro», rememora Simón. Pero esa opción no estaba disponible para los que querían pasar con ganado, así que tocaba caminar. Por aquel entonces, a las ferias en Valdeorras acudían muchos vendedores de Quiroga y otros concellos limítrofes del sur de la provincia de Lugo. «Os veciños de Seadur abrían as covas para darlles un grolo ou un petisco da que pasaban», rememora el bodeguero. Y añade: «As aldeas do outro lado son Ribeira Sacra e nós xa somos Valdeorras, así que a porta simboliza que somos unha das portas de entrada á comarca». Un lugar en el que los foráneos siempre eran bien recibidos. Esa tradición es ahora la base de su proyecto enoturístico.

La impresionante puerta de madera maciza ha protagonizado cientos de fotos en las redes sociales, por ser uno de los lugares favoritos para mostrar la visita a Cova da Xabreira en Instagram y otras plataformas.

En la mesa

«Tenemos huerta propia, así que la carta varía en función de la producción del momento», explica Rebeca. Las verduras suelen ir a la brasa. La gran parrilla que hay a la entrada de la cova, donde está la cocina (totalmente a la vista para los comensales de las primeras mesas), dan pista sobre qué va uno a encontrarse en la carta y también sobre lo que debe pedir. Aunque en caso de dudas, Rebeca guía al cliente en la toma de decisiones. Y recomienda entonces el chuletón de vaca, el pollo picantón o la tortilla tipo Betanzos. No falta la empanada ni el bolo, el pan típico de Larouco.

Para beber, aunque hay otras opciones, lo suyo es disfrutar de un Cova da Xabreira, amparado por la denominación de origen Valdeorras. La producción anual ronda las 10.000 botellas (7.000 de godello y 3.000 de mencía). Tienen capacidad para elaborar más, porque Simón también vende uva de sus viñedos en Seadur (todos están en la aldea) a otras bodegas. De momento prefiere quedarse así. Ha guardado en el cajón Armesto, el vino que elaboraban hasta el año pasado, del que salían apenas 1.200 a 1.500 botellas en cada cosecha y que distribuían entre amigos. No descarta que vuelva al mercado en un futuro.

De cara al invierno, el proyecto sigue. A través de la web es posible reservar los fines de semana y los festivos (en la semana del puente de diciembre, cualquier día) hasta pasados Reyes. Además, superada la locura del verano, Rebeca ha comenzado a organizar dos talleres para que Cova da Xabreira siga siendo ese lugar de encontros (que también se puede reservar para eventos privados y para hacer actividades de todo tipo): uno de elaboración de coronas de otoño y otro de cata para descreídas. Un lugar para ir... y encontrarse.