«Echo de menos mi infancia, y por eso les escribo a ustedes, queridos niños»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

ESGOS

Antonio Vizcaíno, usuario de la residencia de Esgos
Antonio Vizcaíno, usuario de la residencia de Esgos CEDIDA

Usuarios de la residencia de Esgos se cartean con alumnos del CEIP Curros Enríquez en el marco de un proyecto de escucha emocional

25 abr 2021 . Actualizado a las 08:12 h.

Basta algo tan sencillo, tan analógico como una carta en papel, para conectar a dos generaciones que han crecido jugando a cosas tan distintas como el parchís y la Play Station. Desde hace aproximadamente dos meses, un programa de escucha emocional orientado a alumnos de Primaria del CEIP Curros Enríquez ha derivado en un proyecto de correspondencia de ida y vuelta con usuarios de la residencia de Esgos. Cada curso es «apadrinado» por un anciano, y entre ellos hay incluso una centenaria que sigue con cuerda para rato.

«A historia comezou hai dous meses, por un enlace que tiñamos co colexio. Plantexáronnos se estaríamos interesados e vimos que era unha boa forma para unir ós máis maiores cos máis novos», cuenta Patricia González, animadora en el centro sociosanitario. Antonio Vizcaíno, de 88 años, es uno de los residentes que se animó a participar. Lo hizo con timidez, la misma que emanaba su primera carta a los críos de quinto de Primaria que, ahora, cada mes, aguardan a que él les ponga al día. «Estoy bien, pero echo de menos los años de mi infancia, y es por eso que les escribo a ustedes, queridos niños», escribió.

Antonio Vizcaíno, durante una de las actividades del proyecto
Antonio Vizcaíno, durante una de las actividades del proyecto

Bibi, que coordina este programa en el colegio ourensano, explica que en este proceso, «los niños se dan cuenta de cómo pueden cambiar su entorno, porque las ideas no son cuestión de edad». Marta Fernández, tutora del curso que recibe las misivas de Antonio, detalla que, al llegar el primer contacto del anciano, «hubo una emoción casi que de lloros».

La pandemia de covid-19 derivó en un año complicado para los más pequeños y quienes ya peinan canas. Ahí fue donde se intuyó la posibilidad de aprovechar el empuje de los primeros de unos y la experiencia de los segundos para reforzar mutuamente la autoestima de ambos. «Queremos darles confianza y algo de compañía, que sepan que no están solos y, a ser posible, nos gustaría hacerles una visita cuando podamos», decía Álex, uno de los discípulos de Antonio en el Curros Enríquez. Sara, otra de las pequeñas, abundaba en este objetivo común de un grupo que admite que las idas y venidas de las restricciones a causa del coronavirus han cambiado su vida en un período muy corto de tiempo. «Podemos conocer a nuestros mayores y su realidad», concretó.

Los alumnos de quinto de Primaria del CEIP Curros Enríquez
Los alumnos de quinto de Primaria del CEIP Curros Enríquez MIGUEL VILLAR

Antonio, desde Esgos, mostró su interés en qué invierten su tiempo libre. «Quiero saber cuáles son vuestros juegos para ver qué diferencia hay con los míos. Besos para vosotros y vuestros padres», se despidió.

El corte temporal del verano

«Antonio é unha persoa moi alegre. Cando lle chegou a contestación dos rapaces, dixo: ‘Que inteligentes son. Ya no puedo estar a su altura, porque pienso de una forma más antigua e igual contarles mis cosas no les provoca ilusión’», cuenta Patricia. Ocurrió que el temor de Antonio era erróneo, porque ocurrió justamente al revés. Cada mes, los niños del Curros Enríquez aguardan impacientes una contestación desde Esgos, un proyecto que caducará en verano, por las vacaciones, pero que tanto una parte y la otra esperan que se pueda retomar el curso que viene. «Y si el covid-19 nos deja, iremos a verles», apuntan los críos.