La homicida de Cortegada mató a su amante tras decirle él que se había enamorado de ella

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

CORTEGADA

Santi M. Amil

La mujer, de 26 años, confesó que lo asfixió, quemando luego el cadáver y esparciendo los restos, que están siendo localizados

23 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que a la vista de cualquiera parecía una bonita y cuidada finca en la que no faltaban las flores y los frutales, ha resultado ser el escenario de los horrores. Allí se han encontrado enterrados restos humanos que, se sospecha, pertenecen a José María R. Z., un vecino de Castelldefels (Barcelona) de 53 años que el pasado 20 de agosto viajó hasta Galicia, en concreto hasta la localidad ourensana de Cortegada, para conocer a una mujer con la que había contactado a través de un chat de citas. Tras dos semanas conversando por WhatsApp, ambos acordaron pasar unos días juntos en la vivienda de ella, en el lugar de O Rabiño. Él ya nunca regresó a su casa.

Este miércoles la mujer confesó que lo mató el 24 de agosto. Lo hizo de forma espontánea, mientras colaboraba en las labores de búsqueda del desaparecido, cuya muerte se daba ya casi por certera desde horas antes, ya que Cristina R. V., la presunta homicida, había acudido muy alterada a una consulta médica. Le contó al facultativo que su ligue había muerto meses atrás en su casa por causas naturales y que ella, en lugar de llamar a emergencias, había decidido ocultarlo, quemando el cadáver y enterrando los restos.

Ahora ya se sabe que la primera parte de esa historia no era cierta. Ante la jueza de Ribadavia y la letrada de la administración de justicia, la joven de 26 años se vino abajo y admitió que la muerte de José María no fue accidental. Según explicó en el mismo escenario del crimen, la noche del 23 de agosto discutieron porque él le confesó que estaba «perdidamente enamorado» de ella, pero no era un sentimiento compartido por la otra parte. Cristina no quería seguir con él y ante su actitud posesiva, o eso alegó, decidió acabar con su vida. Lo hizo, siempre según sus palabras, proporcionándole algunos medicamentos que lo dejaron dormido. Después, cogió una almohada y lo asfixió. 

Los investigadores creen que esto ocurrió ya en la madrugada del 24 de agosto, porque ese fue el último día que el móvil de la víctima estuvo operativo. En las horas posteriores ella puso en marcha un plan para deshacerse del cuerpo y evitar asumir el crimen, pero las cosas no le salieron como había planeado. Su relato podría ser el guion de una película de terror.

Así, explicó que decidió quemar el cuerpo, pero lo hizo en el exterior de la casa y muy cerca de la de su vecina, a la que sorprendió y molestó la humareda, ya que acaba de pintar la fachada. Sin sospechar ni de lejos que lo que se estaba calcinando allí era un cadáver, la lugareña recriminó a Cristina que hiciera una fogata cerca de su vivienda recién restaurada y ella, para evitar males mayores, decidió apagarla. Pero para entonces aún no se había quemado todo el cuerpo, así que, demostrando una gran sangre fría, decidió descuartizar lo que quedaba. Luego fue enterrando algunos restos en el jardín y depositó otros en bolsas de plástico que tiró a una cuneta. De esto último hay constancia, ya que a última hora de la mañana se localizaron a unos 300 metros de la casa dos envoltorios negros con más restos del fallecido.

Mostrándose muy colaboradora con los agentes, Cristina fue señalando también los lugares de la casa en los que se podían encontrar otras partes del cadáver de la víctima. Gracias a eso se ha podido recuperar un pie, un brazo y varios dedos de una mano, así como varias prendas de ropa que estaban bajo tierra. También se localizó este miércoles una Play Station propiedad de la víctima, que apareció en una finca colindante, tirada junto a unos helechos que hubo que desbrozar.

La homicida confesa explicó, asimismo, que había tirado al embalse de Frieira objetos personales de su víctima, entre ellos el móvil, por lo que se pidió el apoyo de los GEAS, buzos de la Guardia Civil, para tratar de localizar esas pertenencias. Durante las muchas horas que tuvo que permanecer con la comisión judicial, la acusada rompió a llorar en varias ocasiones.

Los agentes del equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil están contando con la colaboración de dos perros expertos en rastreo de restos biológicos, Dylan y Bill, pertenecientes al grupo que participó en la búsqueda de Diana Quer. En Cortegada, señalaron el lugar de la hoguera y marcaron además otros puntos con vestigios del crimen.