«Quen me ía dicir, hai cen días, que estaría vivindo isto?»

CORTEGADA

Santi M. Amil

Regresa a su casa de Cortegada un paciente de covid que ingresó en el CHUO el 21 de marzo y estuvo 88 días en la uci; los vecinos de Meréns lo recibieron con un emocionante aplauso

02 jul 2020 . Actualizado a las 14:09 h.

Han sido 101 días ingresado en el CHUO, 88 de ellos en la uci; 101 días de lucha contra el covid-19 pero Manuel Vázquez Moya pudo regresar al fin a su casa de Meréns (Cortegada). El recibimiento que le ofrecieron sus vecinos fue emocionante. Acorde con el acompañamiento que durante este difícil período ha tenido la familia de Manuel. Lo cuenta, Patricia Vázquez, su hija: «Estamos moi contentos e con ganas de darlle as grazas a moita xente».

Lo peor ha pasado, desde aquel 21 de marzo en el que Manuel ingresó. Una tos sospechosa alertó a su hija Patricia, técnico de emergencias del 061 que ya tenía información sobre la enfermedad y había trasladado a pacientes con síntomas. Ella decidió aislar en la casa de Meréns a sus padres desde que llegaron, el 13 de marzo de pasar 15 días en Benidorm. Manuel - 71 años, sin patologías previas, hombre de rutinas, que cuidaba su alimentación- contó que había notado algo como un resfriado después de bajar una noche a la playa de la ciudad alicantina. Después todo se precipitó: síntomas como de gripe los primeros días, esa tos sospechosa y, en esa misma noche, traslado en ambulancia, ingreso en urgencias a la 1.00 de la madrugada, uci e intubación, a las 8.00. Todo, antes de que llegara la confirmación del diagnóstico de covid-19 que ya apuntaba una radiografía.

Lo peor pasó, los 88 días en uci que dejan maltrecho a cualquiera. Aunque le queda camino para recuperarse. Volver a aprender a andar, a comer, sesiones de rehabilitación muscular y pulmonar. Pero Patricia confía en que, en casa, su padre progresará. La hija ha visto muy de cerca lo peor de este virus, sabe que con cada persona es diferente, a unos los deja asintomáticos, pero en otros pacientes, como Manuel «o proceso da enfermidade é moi rapido e en horas pasan de estar ben a estar fatal, e cos dous pulmósn afectados». En el caso de Manuel, además del daño por la neumonía bilateral causada por el covid, luego tuvo otra neumonía bacteriana y un hongo típicos de largas estancias en la uci. Fue el último paciente de covid en abandonar la unidad de cuidados intensivos en el CHUO.

Fueron momentos de aferrarse a fe en la Medicina, en su caso: «Eu tiña a fe posta nos intensivistas; cada un ten a súa maneira de centrarse;e inda que non rezo, pedin a chave para entrar na igrexa, onde el se sentaba e pensaba "se hai un poder por encima, sabe por que estou aquí». Porque Patriciarecuerda a las personas (43.000, apunta), y a las familias que no han tenido un final feliz como ellos y que ni siquiera pudieron despedirse de sus seres queridos. Su madre también tuvo suerte, ni se contagió. «Este é un virus caprichoso e selectivo», reflexiona Patricia.

En la uci del CHUO, Manuel contó con «unha intensivista espectacular, Fany, foi unha cuidadora, amiga, ademais de médica. Transmitia moita tranquildad empatizou moito conmigo, foi a miña tabla de salvación», menciona.

Ahora su padre se enfrenta a su nueva realidad, tener que empezar de cero, 101 días después. Antes era independiente y autónomo, ahora tiene que ir poco a poco recuperando las capacidades básicas. Lo manifiesta de nuevo su hija: «Quen me ía a dicir, hai cen días, que estaría vivindo isto».

El aplauso de los vecinos sonaba a ese reconocimiento y a la preocupación con la que vivieron todo el proceso y pendientes de Manuel y de la familia desde el principio. Como los compañeros de trabajo, las amistades, el alcalde, tanta gente a la que agradecer que no habrá tiempo, suspira Patricia.