Pintura internacional con alma rural desde Coles

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

COLES

BRAIS LOUREDA

La artista Gill Bird, natural de Gales, crea su obra desde la Casa Grande de Soutullo

29 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de Gill Bird daría para escribir un libro. Uno de amor. Nació en Cardiff (Gales) hace 71 años. A los veintipocos tenía su vida completamente ordenada. Terminada con nota la carrera de Bellas Artes, un buen novio y una plaza fija como profesora de la materia en un instituto de su pueblo natal. Pero apareció Benito Batán, un ourensano natural de Coles, y desordenó las piezas por completo. O, mejor dicho, las reordenó. «Fue algo mutuo entre los dos. Sentimos una química al instante», recuerda. Él fue el motivo que la trajo a España, al rural ourensano; con su altura, su pelo largo, sus enormes ojos claros y ese marcadísimo acento inglés que todavía hoy mantiene inamovible en su forma de hablar. Todo un asombro, en la década de los setenta, para los vecinos de la aldea de Gustei, donde vivía la madre de Benito. Abrió una academia de inglés en el centro de Ourense, tuvo a sus dos hijos, Lucy y Xavier, y luego comenzó, junto a su inseparable marido, la rehabilitación de lo que hoy es la Casa Grande de Soutullo. Un pazo que actualmente es su casa y también la de cientos de huéspedes que descubren cada año la provincia motivados por la belleza que les rodea en este rincón, en el corazón de Coles. Pero es que Gill de eso, de belleza y de cultura, sabe mucho. Casi ningún momento de su vida abandonó su principal vocación: el arte. Y después de decenas de exposiciones por Galicia y fuera de ella, ahora sus cuadros pueden contemplarse y disfrutarse por los rincones del pazo. También los vende. «Esta es mi pequeña galería y también mi hogar», explica. «Soy de Cardiff, pero una parte de mí se ha formado aquí y eso lo empapa todo», añade. Define su obra como figurativa y muy feminista: «Me encanta representar a la mujer desde perspectivas diferentes». No concibe el mundo sin igualdad, sin formar equipo y, por supuesto, tampoco lo entiende sin amor. De ese que profesa hacia su marido, hacia su familia y hacia todo lo que hace, incluido potenciar el valor de la provincia: «Hay que explotar Ourense, darlo a conocer en el extranjero. Tenemos lugares únicos, maravillosos, increíbles; y desde aquí nos esforzamos mucho para que se descubran», admite. Rincones que plasma también en sus retratos porque, tal y como ella misma afirma: «Ourense me inspira. Desde su luz hasta su encanto». ¡Cuánta belleza!