«En Infantil lo pasé mal por hablar en gallego»

mar gil OURENSE / LA VOZ

COLES

Anxela recuerda con nitidez los primeros pinitos futbolísticos de Zulema en el patio de Maristas.
Anxela recuerda con nitidez los primeros pinitos futbolísticos de Zulema en el patio de Maristas. s. m. amil< / span>

En el patio de Maristas dirigió Zulema sus primeros partidos y allí forjó un carácter reservado y resistente

22 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«La recuerdo un poco pilla, siempre con esa sonrisilla algo picarona; no de notas brillantes, pero tampoco mala estudiante, y siempre con un carácter un poco especial y convencida de lo que quería. Por eso ha llegado donde ha llegado».

La meta a la que se refiere Anxela Fernández Arana, profesora de francés en Maristas, tiene como símbolos el silbato y la tarjeta roja. El podio lo ocupa Zulema González (Ourense, 1992), la primera árbitra de Galicia en una categoría estatal.

No duda en sacar el atrezzo arbitral para hacerse una foto con su antigua profesora en el patio de Maristas, el mismo en el que empezó a jugar al fútbol durante los recreos infantiles y donde comenzó a arbitrar, con 12 años. «Los chicos lo veían bien -recuerda-. Las chicas, no tanto, pero algunas, después, se acercaban a mí para que les consiguiese teléfonos de algunos futbolistas que les gustaban».

La memoria de Zulema no es especialmente grata en cuanto a relaciones sociales aquellos años: «El ambiente no me gustaba; entonces había muchos grupitos y apariencia. Yo era de pueblo y en Infantil lo pasé mal por hablar en gallego. Y luego lo de la ropa de marca... Lo cierto es que desde el momento en que me fui al instituto mejoró mi relación con los compañeros de Maristas. Yo soy muy reservada y no quería que rompieran mi burbuja».

«No me llevaba mal con nadie -matiza-, no tengo un mal recuerdo de ningún compañero, pero yo no gustaba porque no tenía un grupo marcado propio. Además, ellos quedaban al salir de clase y yo me iba para Coles, a mi casa. La verdad es que, cuando salía de Ourense, era yo otra vez».

Anxela reconoce que «esas cosas en clase las notas. Siempre hay gente que encaja menos en el gran grupo, aunque no estén marginados porque Zulema no estaba aislada; estaba donde quería estar, tenía claro cómo era. Ella marcó el sitio donde quería estar. Era callada, pero no apocada, y creo que era querida y respetada aunque no entrase en los grupos. Sin pelearse, buscó su hueco. Y en clase era una niña buena, respetuosa».

Gimnasia y Dibujo

«De pequeña era bastante traste, pero en ESO ya me había tranquilizado», admite Zulema. Por supuesto, la Gimnasia estaba entre sus materias preferidas, seguida por el Dibujo. Recuerda las Olimpiadas maristas, especialmente el curso de 3º ESO, en el que compitió en todas las modalidades -fútbol, natación y atletismo- «y en las tres ganamos algo».

Anxela tiene viva su imagen en el gran patio escolar: «El fútbol le gustó siempre, era de las que veías haciendo malabares con el balón, como los chicos, y en una niña, sobre todo entre las mayores, te llamaba más. Ella era muy deportista».

Y también muy libre. Tal vez por eso le gustó tanto la clase de francés de Anxela: «Primero, era optativa, la podía escoger yo. Y con Anxela las cosas no eran Tiene que ser así y así. Ella daba libertad a los alumnos para preparar la materia. Se notaba que tenía la materia bien preparada, pero no era una rutina, que es lo que yo no soportaba. En Matemáticas no podía hacer nada a mi manera, era todo así y así».

En el haber de la memoria, Zulema atesora el dinamismo y la humanidad de Anxela: «Dos veces por trimestre nos llamaba para hablar qué tal nos iba con la asignatura, eso no lo hacía nadie, y nos explicaba por qué nos ponía cada nota. Era cercana e igualitaria en clase. Así como otros parecía que el apellido hacía algunas cosas, ella no. Era una clase muy participativa, daba mucha oportunidad a hablar y no se regía por el libro, eso es lo que más me gustaba. Ponía música y usaba materiales alternativos».

«Una parte de la docencia es llegar a tus alumnos. En el fondo del corazoncito -se sincera Anxela- todos esperamos que nos recuerden de alguna manera porque tú enseñas tu asignatura, pero enseñas un poco de lo que eres. Todos esperamos dejar huella».

La árbitro que intentó ser militar y sueña con ser buena maestra

El desembarco de Zulema en el instituto Blanco Amor fue «una experiencia muy buena; yo quería irme a un centro público para probar los dos sistemas, porque desde pequeña quise ser profe».

Ese primer curso de 2º de bachillerato fue de todo menos aburrido: «Estando en el instituto decidí presentarme a las oposiciones de la Policía Nacional y hacer un examen para entrar en el ejército; lo aprobé pero, al final, en casa no me dejaron ir, pero ya no conseguí sacar totalmente el curso. Yo quería hacer algo más que estudiar».

Tras el instituto, cursó Educación Infantil en Pontevedra y ahora se afana para rematar Psicología en la UNED. Muy pronto ejercerá como maestra sustituta en el colegio en el que hizo prácticas. Por los buenos profesores, como Anxela, y también por los malos, Zulema sueña ahora con ser una buena maestra.