En el bar Novo Xamón, que ahora regenta Arturo Fernández, preparan una de las mejores versiones de la clásica comida española
30 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Arturo Fernández nació en 1978 en Nueva Jersey (Estados Unidos). «Mi madre es gallega y mi padre es portugués. Se conocieron aquí pero se casaron al otro lado del charco», explica. Ella es de la pequeña parroquia de Acevedo do Río, en Celanova, y él de Melgaço, en Viana do Castelo. Nací en Norteamérica pero fui criado aquí, en Celanova, por mis abuelos hasta los seis años que me mandaron de vuelta», recuerda.
Vivió en Nueva Jersey dos décadas, con sus consiguientes veranos en Celanova, hasta que se cansó y decidió mover su vida al municipio ourensano. Siempre trabajó en el sector de la hostelería, en el que lleva exactamente 32 años porque empezó con 14. «Quería unas zapatillas que costaban 120 dólares y mi padre me propuso que trabajase en el restaurante de un amigo suyo para reunir el dinero y comprármelas. Acepté», cuenta. No llegó a comprarse los tenis porque cuando llegó a la tienda ya no quedaban, pero sí adquirió otros que costaban 30 dólares más. Lo recuerda perfectamente porque en ese momento descubrió que lo suyo era la hostelería y no ha parado de rodar en el sector.
Cuando se mudó a Galicia, Arturo siguió trabajando en eso. En Ourense estuvo en el restaurante Atarazana y en Celanova pasó por el Nova Administración, el Café Bar Plaza y también el Parderrubias. A este último fue a buscarle el propietario del Novo Xamón, para proponerle que cogiese las riendas del clásico bar celanovés. «En los diez años que llevo en Celanova nunca había entrado en este bar, pero me lancé a la aventura porque me pareció que era una buena idea», explica. Su mujer le apoyó en el proyecto y así decidió ponerlo en marcha.
Abrió las puertas de su propio local el 1 de junio del 2022. «Esto es un bar familiar donde encontrarte con la gente de toda la vida», dice Arturo. «Trato de conseguir que la gente se sienta a gusto, como en casa», añade. No dan comidas pero sí preparan tortilla de patatas, que es el punto fuerte del bar, junto con el café. «Han venido clientes desde Madrid para probarlas. Nosotros no nos dedicamos a la cocina pero es verdad que nadie le gana a mi mujer haciendo tortilla», comenta el hostelero. Son de cincuenta centímetros de diámetro y suelen ponerla de pincho con la consumición. «En días buenos hemos llegado a hacer la decena», termina. También las venden en la panadería La Hermida de Celanova.