Roraima, la venezolana que teje a ganchillo desde el corazón de Celanova

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

CELANOVA

Roraima, con algunas de sus alumnas en el taller de ganchillo de Celanova
Roraima, con algunas de sus alumnas en el taller de ganchillo de Celanova Santi M. Amil

Esta vecina ha montado en la plaza do Millo del municipio celanovés un taller de «crochet»

05 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La venezolana Roraima Farías lleva 48 años casada con un celanovés al que conoce desde hace más de medio siglo. «Vino allá a buscarse un futuro mejor y mira, me enamoré del galleguito», cuenta. Juntos regresaron a Celanova por primera vez en el 2002, cuando Roraima se jubiló, con cerca de cincuenta años. «Soy profesora de Primaria y en Venezuela los maestros podemos jubilarnos a partir de los 25 años trabajados», explica. «Mi madre me había enseñado labores desde niña y a mí me encantaba el ganchillo, así que empecé a dar cursos desde mi propia casa», recuerda. En el 2014 Roraima se mudó con su marido definitivamente a Celanova y empezó a colaborar con Cruz Roja. Siempre tuvo una espinita clavada. Ella quería montar su propio taller. Un espacio en el que impartir clases de crochet, de distintos tipos de punto, y que al mismo tiempo fuese un lugar de encuentro para todas las vecinas que quisieran acercarse a disfrutarlo y pasar la tarde en compañía. «Este era mi gran anhelo. Se me presentó la oportunidad y me hice autónoma», comenta. Así nació Tejiendo con Roraima, un local situado en el número 21 de la plaza do Millo de Celanova. El taller abre de lunes a viernes, de 9.00 a 13.00 y de 16.30 a 20.30 horas; y los sábados, de 9.30 a 13.30 horas. Esta venezolana imparte clases desde cero, pero también ayuda a retomar o perfeccionar conocimientos a quienes los que lo necesiten. Da cursos a grupos y también los hace por temáticas, ya está preparando los de Navidad. Abre su espacio a los que quieran ir a hacer ganchillo de forma libre y compartir un buen rato. Hace arreglos y ayuda con diseños o con labores concretas. Las clases cuestan 5 euros la hora. Entre sus clientas, la vecina de Ponte Grande, Aurora Fernández, que vive en la residencia San Carlos. «Estoy encantada porque Roraima nos enseña a hacerlo todo bien. Tenemos un grupo genial e incluso hago manualidades para la residencia», termina.