El grupo de desarrollo rural de Celanova y Baixa Limia no podrá abrir su oficina hasta marzo

La Voz

CELANOVA

12 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El grupo de desarrollo rural Vieiro-Leboreiro, que aglutina a los municipios de las comarcas de Celanova y Baixa Limia, no podrá poner en funcionamiento su oficina al menos hasta el mes de marzo. Esa es la previsión de su nuevo presidente, Xan Carlos Fernández, que hace una semana asumía el cargo abandonado por la regidora de Gomesende.

«Temos xa una proposta de local, pero aínda hai que acondiciónalo, e fundamentalmente temos que iniciar o proceso de selección de persoal para contratar a un xerente e un administrativo, así que aínda que poidéramos recibir propostas de proxectos para os fondos do Leader, senon temos os técnicos que os informen, tampouco poderíamos facer gran cousa».

En cuanto a la situación de tensión que se vive dentro del colectivo y que ha generado incluso denuncias públicas de intento de controlar el grupo de desarrollo, el nuevo presidente reconoce que la situación sigue siendo complicada (en la última reunión varios alcaldes abandonaron la mesa) y que es necesario «cambiar a situación e gustaríame que neste tempo que me toca presidir o grupo esas relacións se normalizasen». Xan Carlos Fernández estará al frente de la entidad hasta el mes de noviembre y luego será sustituido por el regidor de Bande. En este grupo de desarrollo, y ante la falta de consenso entre los representantes de los concellos y la de las asociaciones sociales, se decidió repartir la presidencia entre una y otra parte.

Para el actual presidente todo el conflicto (del que ya se quejaba su predecesora y que ha generado un importante retraso en la puesta en marcha de este grupo) viene dado «porque os representantes institucionais, dos concellos neste caso, non acaban de aceptar que aquí todos somos igual de importantes, as entidades públicas, as asociación, os colectivos veciñais de montes comunais?, e que hai que escoitar a tódalas partes cousa coa que parece que non están afeitos. Teñen que olvidarse do funcionamento que teñen nas corporacións, e mentalizarse de que non poden tratar aos colectivos como se fosen a oposición municipal, por moito que non opinen igual que eles».