Aprendió a remar a los 35 años y ahora compite a nivel internacional

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

CASTRELO DE MIÑO

Mónica Piñeiro, en el embalse de Castrelo de Miño
Mónica Piñeiro, en el embalse de Castrelo de Miño Santi M. Amil

Mónica Piñeiro redescubrió el piragüismo en Ourense y es medallista máster

16 abr 2023 . Actualizado a las 09:38 h.

Mónica Piñeiro tuvo su primer contacto con el piragüismo en un cursillo en el que participó siendo niña en su Pontedeume natal, pero fue al venirse a Ourense cuando profundizó en este deporte. Guiada por su marido, Pedro Andrés, entrenador y presidente del Fluvial Avión, ha conseguido cumplir retos y lograr buenos resultados en la categoría máster (veteranos). «Él me enseñó a remar de mayor, a los 35, desde que montó el club», explica sobre los comienzos con la piragua. Una cosa llevó a la otra, empezó a competir y a conseguir buenos resultados en la categoría máster. Ahora se atreve con todo tipo de regatas, embarcaciones y entornos: aguas bravas, pista o maratones, K1, K2 o K4.

Coprotagonista de esos éxitos es la que considera su mejor amiga, la valdeorresa Kissy Torres, compañera de podios y de piragua en el K2. Con ella logró el bronce en el Campeonato del Mundo en Portugal del 2018. Con Kissy comenzó a remar cuando ninguna tenía compañera para competir en K2. «Entrenamos poco juntas. Mi marido es de O Barco y, si vamos a ver a su familia, salimos juntas. Hay que valorar que para el tiempo que disponemos y el esfuerzo que realizamos, los resultados son buenos», observa.

Llevó a cabo el reto de remar durante tres días en la Gold River Race, un súper maratón de piragüismo de 100 kilómetros en tres días, bajando el río Miño desde Monforte a Tui. «El paisaje es espectacular; una lancha de paseo nos hizo una ola que casi nos tira y el último tramo desde Frieira a Tui fue duro; hubo muchos barcos hundidos porque hay zonas de corrientes y aguas bravas. Fue una competición dura, pero fue una satisfacción personal haberla hecho», recuerda. Fue segunda en el K2 femenino.

Además de sus entrenamientos, para los que saca tiempo en la hora de comer, Mónica echa una mano a su marido en el día a día del club. Posee el título de monitora de piragüismo y ayuda con los niños. El club comenzó en el 2008 en Avión, municipio en el que reside la familia, aunque se están mudando a Ourense para los estudios que el próximo curso iniciarán los hijos del matrimonio, de 12 y 11 años respectivamente. Con tres piraguas y un remolque dotados por el Ayuntamiento, el equipo empezó a trabajar en la playa fluvial y en el embalse de Albarellos. «Es un entorno maravilloso, pero faltaban accesos e instalaciones y había que bajar el carro con las piraguas todos los días», comenta. Ese hándicap desapareció cuando el Fluvial Avión se fusionó con el club de Castrelo de Miño. En el náutico hay pantalanes y está todo al alcance. Actualmente, el Fluvial Avión-Castrelo de Miño cuenta con unas 110 fichas y palistas de O Carballiño, Ourense, Castrelo de Miño, Ribadavia o Avión. Es el lugar que elige como su rincón en Ourense. Como coruñesa echa de menos el mar y la playa, pero disfruta del agua que hay en la provincia del interior. «Castrelo para remar es espectacular. Lo conocí al venirme aquí. Hay distancias para hacer lo que quieras, la lámina de agua es espectacular y estás rodeada de naturaleza y montañas», describe.

No siempre puede ir a las competiciones internacionales por el coste de los desplazamientos «A Dinamarca, el próximo, no creo que pueda. Hay que pagar para llevar las embarcaciones o alquilarlas allí para competir», lamenta. Con todo, Mónica Piñeiro considera que el piragüismo no es un deporte costoso. «Son caras las competiciones internacionales y más en máster, pero en el día a día no es caro. Los niños del club pagan una cuota anual que les incluye todo», explica. La disciplina deportiva le permite desconectar del trabajo y disfrutar: «Soy feliz, hago lo que me gusta y con mi mejor amiga; encima puedo remar en K2 mixto con mi marido, que es mi otra mitad. Es estupendo, nos compenetramos y nos gustan las mismas cosas», resume Mónica.

«Un curso de reciclaje del permiso de conducir nos viene bien a todos»

Mónica Piñeiro nació y creció en Pontedeume en 1974. Allí conoció a su marido, el técnico de piragüismo valdeorrés Pedro Andrés y se vino a vivir a Ourense, primero a O Barco y luego a Avión. Es profesora de autoescuela en un centro de Ribadavia. Su trabajo consiste en estar en la oficina y también en dar clases de conducción a alumnos. «Es duro porque tienes que ir siempre pendiente, pero me gusta estar con la gente y enseñar. Es una satisfacción personal ver que han aprendido y lo hacen perfecto», menciona sobre su profesión. A sus alumnos les dice que el estudio es para aprobar el examen, pero que deben aprenderse las normas para saber circular bien siempre y no tener problemas. «Un curso de reciclaje nos vendría bien a todos», considera, visto el comportamiento de algunos conductores en ciertas situaciones y lugares, como circulando en las glorietas. Mónica opina que obtener el permiso de conducir sigue siendo algo útil e incluso necesario, sobre todo para las personas que viven fuera de las ciudades, pues no hay otros medios de transporte alternativos y además es un requisito para optar a ciertos puestos de trabajo.

En detalle

Quién es. Mónica María Piñeiro Varela es palista de categoría máster del Club Fluvial Avión-Castrelo de Miño.

Edad y profesión. Tiene 49 años y trabaja en una autoescuela de Ribadavia.

Su rincón. Elige el embalse de Castrelo de Miño, donde entrena habitualmente y donde colabora con el club que preside su marido