Cifras similares a las del 2017, cuando fue necesario tomar medidas para paliar la sequía
Las predicciones meteorológicas apuntan a que esta situación no cambiará a corto plazo ya que no se prevén precipitaciones, por lo menos esta semana. El agua acumulada en los embalses a estas alturas del año ( 50 %) es solo un poco mayor a la que había en el 2017 (49 %) y 2002 (43 %), los años más secos del siglo.
En el 2017, la provincia iniciaba el verano en alerta por sequía. Algunos municipios y explotaciones ganaderas de la provincia tuvieron que ser abastecidos con cisternas y se registraron solicitudes de aprovechamientos temporales para habilitar nuevas captaciones con el fin de garantizar las demandas tanto en zonas urbanas como de usos ganaderos. También tuvo consecuencias en la capital, donde se decidió reducir a más de la mitad el baldeo, e incluso suprimirlo si hiciese falta, y se controló el riego de jardines. El 2002 fue el primer año del presente siglo en el que la sequía y la falta de recursos hidráulicos trastocó la vida de los ourensanos, En enero de ese año, la presa de Salas estaba únicamente al 12 % de su capacidad máxima y la de As Conchas, a un 14 %. Aunque todavía es pronto para saber si la provincia vivirá uno de los veranos más secos del siglo, los datos del inicio del año no son halagüeños. Sin embargo, se espera que este mes traiga lluvias.