El pueblo más caliente

CASTRELO DE MIÑO

Santi M. Amil

Los vecinos del valle del Miño en Ourense saben lo que es vivir a cuarenta grados. Este mismo mes, la comarca superó varios días este récord.

25 jul 2015 . Actualizado a las 12:13 h.

Si cogemos un mapa de España y trazamos una línea recta entre el concello ourensano de Leiro y Córdoba, las dos localidades están separadas por 574 kilómetros. Sin embargo, cuando llega el verano están más cerca que nunca. Comparten, en muchas ocasiones, el récord de temperatura. Ante el asombro de muchos españoles y de buena parte de gallegos, que desconocen que en Galicia también se puede bailar con estas cifras. Este mes, en la comarca de O Ribeiro se han superado ya en diversas ocasiones los cuarenta grados. Sus vecinos están acostumbrados y combaten con métodos tradicionales, y con mucho humor, las altas temperaturas. La comarca de O Ribeiro está, en su mayoría, en zona de valle. A pocos metros del nivel del mar. En algunos puntos únicamente a setenta. Ser una zona de interior hace el resto. El pasado 9 de junio se alcanzó la máxima temperatura de este año, 41 grados. Pero hace dos años, la comarca resistió heroica los 42,9, moviéndose durante toda una semana en estas cifras.

No existen recetas mágicas para que sus vecinos se adapten a las circunstancias. El secreto: beber agua, refrescarse y cambiar los horarios habituales. Las zonas de baño se llenan. O Salgueiral, el embalse de Castrelo de Miño y cualquier otro espacio en el que el Miño permita un buen chapuzón se abarrotan. Pero hay muchas otras maneras de hacer que los cuarenta grados sea solo una circunstancia más del verano. El alcalde de Leiro, Francisco José Fernández, sonríe cuando se habla de calor. Y , sobre todo, cuando en los informativos se dice, -en el norte, más fresquito-. En Leiro no hace falta la rebequita, pero tampoco aire acondicionado en las casas. Sus vecinos están mas que acostumbrados. «¿Qué hacemos cuando hace tanto calor? Sudar», bromea. «No salimos a horas intempestivas. Bebemos mucho y nos hidratamos». En estas recomendaciones se nota que es el farmacéutico del concello. Por eso, asegura, en verano, aunque abre a las cuatro de la tarde el establecimiento, bien lo podría hacer a partir de las seis y media o siete. Porque el calor se nota en las calles vacías. No porque sus vecinos se queden en casa. Sino porque prefieren jugar la partida dentro de los bares, con aire acondicionado, dejando las de al aire libre a partir de finales de agosto o septiembre. Mientras, los jóvenes se acercan al río o al único cine que resiste la crisis.

En O Ribeiro, agosto no es el mes de calor. Julio se lleva la palma. Los días son más largos y el sol pega de lleno durante toda la jornada. Eso sí, la noche da un respiro y los termómetros bajan hasta veinte grados. Llegan con  timidez los frentes del norte que refrescan la localidad y los vientos africanos se quedan a mitad de camino. Entonces se abren todas las ventanas del municipio y el aire refresca cada una de las estancias de las viviendas. Por eso la noche es más agradable que en el sur de España. Aunque, como subraya el regidor, «en Leiro se suda más que en el centro de España, ya que el calor es mucho más húmedo».

Cambio de horarios

Pero el verano también es tiempo de trabajo en O Ribeiro. Las cepas no pueden esperar a mejores temperaturas. Por eso los viñedos necesitan de cuidados. «Los trabajos en la viña y en las bodegas son intensivos. Los trabajadores madrugan más. Duermen una buena siesta y regresan a última hora de la tarde?, explican. Se trata de cambiar los horarios. Nada más. «Hace dos días, por ejemplo, a las siete de la tarde teníamos todavía 38 grados. Así es difícil trabajar», subraya el alcalde. No solo en las viñas. ¡Imagínese el panadero! Pedro González tiene una panadería en la localidad. «Nós si que estamos cocidos», afirma. Aunque trabaja por la noche, dice que la temperatura en el taller es alta, y que incluso se nota a la hora de enfriar la masa. «Abrimos todas as portas e temos unha máquina de xeo para refrescar. Estamos acostumados, pero a verdade é que custa traballar así».

A pesar de todo, en Leiro hay un lugar en donde a las cuatro, seis y cuarto, ocho y media y once de la noche corre una brisa muy fresca. Es el Novocine Leiro. Un oasis no solo climatológico sino cultural. Ernesto Romero asegura: «Te diré, como vecino, que este calor muy agradable no es». Sin embargo, en su lugar de trabajo no tiene problema, ya que en 1985 instaló el sistema de aire acondicionado en los cines. «Tiro para mi negocio, pero está claro que es una buena solución para combatir el calor», ríe. Romero comenta que es una forma de matar dos pájaros de un tiro: «Ves una buena película, te entretienes y de paso estás fresquito», dice. Además, el Novocine no es un cine de verano con películas antiguas. Estos días, los vecinos de toda la comarca pueden disfrutar de títulos como Inside o la última de los Minions, para público infantil y familiar. Hubo tiempos, cuando el cámping de la localidad se llenaba de turistas, en que era fácil ver a primera hora de la tarde colas de niños cruzando el puente sobre el Avia para llegar hasta el cine.

Santi M. Amil

   A pesar de todo, los vecinos de la localidad que están de vacaciones restan importancia al calor.  Los jóvenes buscan lugares frescos en los que reunirse y en pandillas disfrutan sin demasiada preocupación por las altas temperaturas. Hay que tener en cuenta que en Leiro, al igual que ocurre en el resto de la comarca, la población se multiplica con la llegada del verano. Y la presencia de jóvenes es mucho mayor que el resto del año. «No pasa nada, estamos todo el día metidos en el agua», dice un joven que disfruta de un baño en O Salgueiral, en el que incluye su propia bici, que también va al agua. Y no faltan, por supuesto, los refrescos y los lugares de sombra que cuando el sol aprieta parecen quedarse pequeños. Y, en ocasiones, el mundo se vuelve del revés. Los paraguas son estupendas sombrillas, el atardecer es el mejor momento para tomarse ese aperitivo en una terraza y, según va oscureciendo, las calles se llenan, los niños ya juegan al balón y los padres con bebés los sacan a pasear. 

Y no solo Leiro. En la cercana A Arnoia, Castrelo de Miño o incluso en la capital ourensana las aguas termales parecen refrescar el ambiente. Desde Meteogalicia aseguran que detrás de este microclima no hay ningún secreto oculto. Que en esta zona ourensana siguiendo la senda del Miño hacia Portugal la situación es bastante similar. Resultando normal que durante el mes de julio se rebasen todos las semanas los treinta grados, ya que los días son más largos. No es tan habitual, eso sí, que se superen los cuarenta. Para que esto suceda, afirman, deben coincidir varias circunstancias: cielos despejados y que lleguen los aires africanos. Y esto ya ha sucedido este año.

Para muchos, una sorpresa

Santi M. Amil

A pesar de todo, nadie pasa calor en Leiro. Solo los que no son gallegos. Aquellos que llegan a la comarca de O Ribeiro para visitar las viñas, quizás en una de esas visitas guiada que incluyen además de Santiago de Compostela y A Coruña, estas tierras ourensanas. Entonces, nada más bajar de los autobuses acondicionados, aparecen las caras de sorpresa. Los bolsos se abren de golpe para pillar el abanico y el gorro de urgencias y se busca la primera sombra. «Moita xente que chega aquí por primeira vez queda asombrada. ¡Como é posible!, din. É que pensan que en toda Galicia chove. Algúns, incluso, se queixan xa que viñan  fuxindo da calor», explica un vecino de Leiro, con la típica sonrisa de niño travieso. Hace varios años, se decidió cambiar la fecha de celebración de la  Feira do Viño do Ribeiro  -que tiene lugar en Ribadavia, a pocos kilómetros- adelantándola a finales de mayo para evitar que si las altas temperaturas llegan antes de tiempo, el recinto ferial pareciera una escena del oeste antes del  duelo final. Con silbido incluido.

Santi M. Amil

Al margen de las estadísticas, datos y demás consejos para combatir el calor, el verano es tiempo de disfrute de la juventud. Por eso ellos mejor que nadie, y según sus necesidades de frescor, se organizan. Chapuzones en el  río, guerra de agua, descanso bajo un árbol o una sesión de cine a primera hora de la tarde es suficiente para que para ellos el calor sea simplemente un ingrediente más de su tiempo de ocio. Esta semana las temperaturas rondarán los treinta grados en Leiro. Y las escenas se repetirán por los rincones naturales de la localidad. Mientras, Galicia seguirá mirando asombrada los termómetros  ourensanos.