El pasado mes de agosto el sur de Galicia ardía por los cuatro costados. La provincia de Ourense, como no podía ser de otra manera, no fue ajena a esa ola incendiario que se llevó por delante una vida en Carballeda de Avia y dejó a muchas familias con sus bienes totalmente calcinados y en medio de un reguero de ceniza. El ayuntamiento de O Ribeiro fue la zona cero ourensana de esos días infernales de llamas. Todos corrieron a visitar las zonas afectadas y a hacerse la foto. Políticos de uno y de otro bando no dudaron en hacerse los «selfies» de turno y prometer ayudas, en el caso de los que gobiernan, y batalla en los foros políticos correspondientes, en el de los que le ha tocado estar en la oposición. Sin embargo, el tiempo pasa y los telediarios más allá del Padornelo hace tiempo que dejaron de hablar de esa lacra incendiaria. Y, claro, la buena voluntad de los primeros días se relaja y las ayudas que deberían de tramitarse de forma urgente no acaban de llegar. «Grazas que non ardemos nós», resume Delia Fidalgo, ante su galpón calcinado en una foto que estremece en la portada de ayer de La Voz. Acompañada por su fiel perro abre las puertas de una edificación absolutamente destrozada por las llamas. Es solo un ejemplo. Ni tan siquiera el más dramático, pero es todo un toque de atención a todos aquellos que no han actuado con la diligencia que una emergencia de estas características demandaba. Delia y el resto de afectados por las llamas no se merecen quedar en la estacada. Es la obligación de los representantes elegidos por los ciudadanos tenerlo muy presente.