Vigilantes del bien ajeno

CALVOS DE RANDÍN

02 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

a dice el refrán que una cosa es predicar y otra dar trigo. Y esa aseveración, que nació como censura de la doble moral de algunos que desde el púlpito exhortaban a los feligreses para que viviesen conforme a unos parámetros que ellos mismos incumplían, sigue siendo aplicable, por desgracia, a muchos que pretenden erigirse en los vigilantes de nuestra moral (la social, que no la religiosa) y de nuestro bienestar. La diferencia es que éstos no son predicadores por designio divino (o de su embajador en la tierra) sino por decisión nuestra. Pero el resultado es el mismo. Se creen imbuidos de una sabiduría de nivel superior, imposible de entender por las mediocres mentes humanas. Por eso, estos seres superiores regados con pátina celestial, están por encima del bien y del mal y, si fuese necesario para cumplir su excelso ministerio, por encima de las leyes humanas. Nadie torcerá su camino y, si fuese preciso, se arriesgarán incluso a ser juzgados y condenados con tal de cumplir el camino recto marcado por su Dios. ¿Un buen ejemplo? El alcalde ourensano de Calvos de Randín, al que acosan los tribunales humanos para que se someta a la ley y el juego democrático desde hace años pero que sigue resistiendo el embate de los descreídos que no se dan cuenta de que él sigue en sus trece por el bien del pueblo. Porque él es quien sabe lo que conviene a esas pobres gentes, ovejas descarriadas que se verían perdidas y se abocarían sin remedio al infierno tenebroso si él les falta.

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