Amenazaron a una anciana con cortar un dedo a su marido si no colaboraba

Marta Vázquez Fernández
m. vázquez OURENSE / LA VOZ

BOBORÁS

MIGUEL VILLAR

Los tres detenidos por un asalto en Pazos de Arenteiro, más cerca del juicio

27 sep 2020 . Actualizado a las 17:15 h.

A la una de la tarde el 18 de mayo del 2019, domingo, un matrimonio de nonagenarios se encontraba en su casa de Pazos de Arenteiro, acompañados de una cuidadora. Ajenos totalmente a que en los días previos cuatro delincuentes habían estado rondando su casa, vigilando sus rutinas y horarios y controlando las vías de comunicación del pueblo, situado en Boborás, hacían vida normal cuando de repente dos encapuchados irrumpieron en su vivienda y les hicieron vivir una verdadera pesadilla.

Uno de ellos, armado con una pistola, se fue directo hacia la cuidadora, la persona más joven de la casa, y le puso el arma en la cabeza, ordenándole que se tirase al suelo. Allí tirada, la mujer observó como otro hombre entraba en las habitaciones mientras sintió que le ataban las manos a la espalda, con unas bridas. Hicieron lo mismo con los dos ancianos, interesados desde el primer momento en que les entregasen la llave de la caja fuerte y amenazando con disparar en caso de que los rehenes no accedieran a la petición. «No somos tontos, sabes como es esto y que no andamos con bromas, mira que tengo una pistola», habría dicho uno de ellos a las víctimas.

En la casa debieron vivirse momentos de auténtico terror cuando uno de los asaltantes cogió la mano del anciano, gritando a su esposa que le cortaría un dedo si ella no daba información de sus tarjetas bancarias y la clave de la caja fuerte. Ante esto, la cuidadora accedió a dar algunos datos, si bien no les confió los números de la caja fuerte -quizás porque ni siquiera los sabía-, por lo que de nuevo los acusados arremetieron con las armas, esta vez amenazando con «cortarle la garganta» al nonagenario si su mujer no les decía esos números.

O no quiso o no pudo hacerlo, pero la anciana no dio las claves de seguridad y los atracadores, ante la falta de éxito, le arrancaron una cadena de oro y varios anillos. Luego llevaron a los tres a una habitación y los dejaron encerrados, atados de pies y manos. Antes de marcharse, los ladrones revolvieron toda la casa en busca de otros objetos de valor. Debieron sentir sed tras tantas emociones, porque abrieron la nevera y se llevaron un bote de Aquarius que, quién se lo iba a decir, acabaría inculpándolos en el atraco.

Así lo recoge el auto que la titular del Juzgado de Primera Instancia de Instrucción de O Carballiño acaba de dictar en relación con este caso, solicitando que siga el procedimiento judicial contra tres de los cuatro sospechosos de tramar y perpetrar el asalto. Uno de ellos, José Antonio P. R., fue detenido ese mismo día.

Y es que el plan no salió como los ladrones habían previsto. Las víctimas, una vez seguras de que los asaltantes ya no estaban, lograron salir de la vivienda y pidieron auxilio a sus vecinos, indicándoles como iban vestidos. Fueron tras ellos y casi llegando a la carretera general, se encontraron los lugareños con Fátima G. R. y Jorge Luis C. F., las dos personas que según se cree planearon el robo, y que aguardaban en el coche por los dos hombres a los que habían encomendado perpetrarlo. Optaron por irse sin ellos. Al ver venir a los vecinos, y sospechando que la Guardia Civil no tardaría en aparecer, arrancaron su Opel Astra y se dieron a la fuga.

Mientras, los otros dos se escondieron en el monte, pero no conocían el lugar tan bien como los vecinos, que no tardaron en dar con unos de ellos. El otro, Yoni Manuel R. I., pudo escapar de su escondite, en el que se encontraron bridas, guantes, gorros y la lata de Aquarius, con sus huellas.

Cayó este sospechoso tres meses después, junto a Fátima. Al otro acusado, Jorge Luis, no se le ha podido todavía localizar.

A un sospechoso se le cayó la prenda con la que tapaba su cara y una víctima lo identificó

Tras el asalto, los agentes de Policía Judicial de la Guardia Civil pusieron en marcha una investigación que ahora servirá para sentar en el banquillo de los acusados a tres de los cuatros sospechosos. Uno de ellos, José Antonio P., fue reconocido por una de las víctimas, ya que pudo verle la cara cuando, durante el robo, se le cayó la prenda con la que trataba de ocultarla. Esta testigo también identificó sus ropas e incluso un guante azul que llevaba en un bolsillo cuando fue arrestado aquel mismo día. La víctima dijo que lo llevaba puesto cuando la maniató.

En cuanto a Yoni Manuel R., pruebas biológicas y testimonios lo implican en la comisión de los hechos, según sostiene la jueza que ha dirigido la instrucción del caso, que también considera que «existen numerosos indicios que permiten atribuirle la autoría» a Fátima G. R. Se da la circunstancia de que esta misma semana la Audiencia la ha dejado en libertad provisional, tras haber estado en prisión desde su arresto.

Así las cosas, la togada da luz verde a que siga el caso contra los tres, a expensas de que el cuarto sospechoso pueda aparecer, al apreciar en ellos la comisión de un delito de robo con violencia en casa habitada con uso de armas, así como tres delitos más de detención ilegal. La jueza sobresee el caso respecto a la madre del investigado en paradero desconocido. Se sospechó que había sido ella quien había proporcionado los datos de las víctimas, pero no ve evidencias «objetivas» que lo puedan corroborar.