La fe y la esperanza se entregan a San Benito en Barbadás

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

BARBADÁS

Multitud de fieles participaron en las misas de la ermita de Cova do Lobo desde las seis de la madrugada

12 jul 2022 . Actualizado a las 01:37 h.

La pandemia no pudo con la devoción a San Benito que sienten los fieles de la parroquia de San Lorenzo de Piñor, en el concello de Barbadás. La ermita de Cova do Lobo recibió a  vecinos y visitantes tanto en la celebración del 2020 como en la del 2021, pero era una tradición descafeinada, con distancia de seguridad, mascarillas y sin romería. Este año, en la pequeña aldea, por fin recuperaron el festejo a lo grande, sin restricciones. «Estamos sorprendidos porque está asistiendo muchísima gente desde primera hora», dice José Caseiro, párroco de Piñor de Barbadás. Él ofició la primera misa de la jornada, a las seis de la madrugada. «Los bancos estaban llenos de jóvenes, que venían antes de entrar a trabajar», explica. «Hay experiencias preciosas. Los fieles nos cuentan casos que son sobrecogedores porque san Benito no solo cura verrugas», añade. La asistencia fue en aumento y ya al mediodía el exterior de la capilla estaba abarrotado. Muchos de los asistentes, previsores, llevaban su propia silla plegable de casa, como Celso Iglesias. «Llevo por lo menos veinte años viniendo para pedir por lo que nos hace falta. Hoy estoy aquí por mi mujer, que está enferma, y tengo fe en que San Benito nos ayude porque he visto que si vienes con devoción, lo hace», admite este vecino de Coles.

Los devotos, como dicta la tradición, ofrecen a San Benito réplicas en cera de las distintas partes del cuerpo afectadas por alguna dolencia. Al terminar la misa, el cura las bendice. Las colas se van sucediendo a la entrada de la capilla, donde los fieles guardan su turno para pasar un pañuelo por la imagen del santo, con la que luego limpiarán las verrugas que tengan, con la intención de sanarlas, o cualquier otra parte del cuerpo. Las hermanas Cristina y Silvia Gago son de Barbadás y van hasta la capilla de Cova do Lobo cada año caminando, para ofrecerse al santo y rogarle que les dé salud. «Compramos dos muñecas de cera, escuchamos la misa y siempre hacemos también una pequeña donación. Queremos que nos proteja, porque hace mucha falta», explica Cristina. En el caso de Josefa Pascual, ella se acerca cada año a San Lorenzo de Piñor para pedir a San Benito que cuide de sus hijos. «Venimos desde Ourense porque para mí es una cita ineludible, creo mucho en este santo. Le pedí que le quitara un problema crónico con orzuelos que tenía mi hijo en un ojo y lo hizo», afirma esta devota. 

La romería consiguió que muchos de los fieles se quedasen a pasar el día. Casetas de ropa, complementos y demás productos daban la bienvenida a los fieles, salpicados por el camino que sube a la ermita. En frente, una explanada para comer con puestos de pulpo, de churrasco y una churrería, cuyo olor a recién hecho atrajo a los más pequeños durante toda la mañana. La tradición continúa hasta la noche. Hay misas a las 19.00, a las 20.00 y a las 21.00 horas.