El testigo de la buena cocina casera

m. RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

BANDE

María José Vázquez Blanco y su madre, Rosa Blanco, con el plato típico de orejas que dio nombre a su restaurante en Bande
María José Vázquez Blanco y su madre, Rosa Blanco, con el plato típico de orejas que dio nombre a su restaurante en Bande MIGUEL VILLAR

En 1967, Rosa Blanco abrió el Orellas en Bande que ahora llevan su hija y su yerno

09 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El restaurante Orellas de Bande es uno de esos establecimientos emblemáticos del buen comer en la provincia de Ourense. Comida casera, elaborada con buenos ingredientes y tiempo, fueron y siguen siendo las señas de identidad de este local ubicado en la travesía de Bande.

Rosa Blanco lo puso en marcha en 1967. Llegó a Bande recién casada desde su Muíños natal. Su marido, de Lobeira, trabajaba en la construcción y ella comenzó con una taberna en el campo de la feria. Pero quería otro tipo de negocio. Era una época en la que había mucha gente en el pueblo, recuerda Rosa, y tuvieron la feliz idea de ofrecer la tapa de oreja, que fue un éxito. Ahorrando, relata la fundadora, consiguieron montar el establecimiento actual, que se fue ampliando para contar con un comedor de mayor tamaño, adecuado a la demanda que había. Rosa era la jefa en la cocina, con dos mujeres que la ayudaban. «A clientela estaba contenta. Tiñamos comida fresca e variada todos os días: callos, fabada, lentellas; no verán, ensaladilla rusa, entremeses; carne ao caldeiro, pescado, cocido unha vez á semana», recita la cocinera.

Era uno de los restaurantes que más trabajaba en la zona y las hijas de Rosa -tiene tres- ayudaban en el negocio, principalmente en el comedor. Eran jornadas de muchas horas de trabajo. Al mediodía se concentraba lo fuerte en cuanto a número de platos que servir; era mitad de jornada, después de comenzar el día madrugando y dando desayunos ya a las siete de la mañana a los trabajadores que pernoctaban en Bande y que muchas veces trasnochaban echando la última partida en el Orellas, recuerda Rosa.

A pesar de ver en primera fila la dureza del trabajo en la hostelería, su hija mediana, María José, junto con su marido Demetrio, decidieron quedarse y seguir al frente del negocio familiar cuando Rosa se jubiló. María José se ocupa de la cocina y entre semana sirve unos ochenta menús de cocina tradicional. Mantiene la filosofía materna de ofrecer cada día un menú distinto para que el cliente diario pueda variar su alimentación. El fin de semana, cuenta, la clientela cambia un poco y acude al local más «gente de paso». La orella sigue sin faltar en su cocina, como tampoco la carne ó caldeiro, el cabrito o el pulpo o el bacalao al horno.

A sus 49 años, y después de llevar desde su juventud trabajando en el restaurante familiar, María echa de menos que no tenga en cuenta lo esforzado que es este trabajo: «Debería estar máis valorado e apreciado. Hai xente moi boa traballando pero outra desprestixia», opina. Cuenta María que ser cocinera no fue algo que se propusiera desde cuando era pequeña. Se formó en Vigo y estudiando por Internet hasta que en el año 2003 se puso al frente del negocio. El restaurante funcionaba bien y su madre se había puesto enferma. Como en el caso de Rosa, su entrada de lleno en la cocina fue un poco por circunstancias o por necesidad. Sin embargo, asegura: «Non me arrepinto».

A lo largo de los años, María fue introduciendo platos nuevos en la carta del Orellas. El local se reformó completamente, cocina incluida. «Renovar ou morrer», asume la actual propietaria. En estos tiempos, los clientes van teniendo otros gustos. Con todo, hay clásicos que siempre funcionan, basados en buenos productos. Como la carne. La del Orellas es muy valorada, explica María, pues la de Bande y A Baixa Limia es una zona todavía productora de buen producto cárnico. Y también hay platos de temporada, como el lacón con grelos o la trucha, que triunfan en el Orellas.

Algo no cambia en el comensal de la época de Rosa o ahora en la de María: la apetencia por raciones abundantes. El obrero quiere comer y los platos repletos regresan vacíos.

Rosa Blanco y María José Vázquez. Profesiones y edades.

qUIÉNES SON

Rosa Blanco y María José Vázquez. Madre e hija. Fundadora, la madre, en 1967, del restaurante Orellas de Bande. Su hija cogió el testigo en los fogones en el 2003.

Profesiones y edades. Ambas cocineras. La madre, ya jubilada, cuenta 77 años y la hija, 49.

Un local que vivió los años fuertes de Bande y resiste la caída de población

La situación de la zona ha cambiado en los últimos años. Sobre todo porque ahora queda poca gente en el día a día en Bande. Como tantas localidades del rural, han perdido una cantidad muy importante de población y contra eso tienen que luchar también en la hostelería local. El turismo -con alguna gente que acude a visitar la iglesia prerrománica de Santa Comba o el yacimiento de Aquis Querquennis-algún acontecimiento como la Festa do Peixe, la de san Sebastián o el entroido intentan levantar la afluencia de visitantes en algunas épocas del año. «Hai que vender o que temos hacia fóra», opina María.

Rosa Blanco recuerda que en aquellos años fuertes, había muchas pandillas que iban de bar en bar a tomar tapas de pulpo o de oreja. Fue una época en la que había una veintena de bares en Bande, explica. Los veranos, cuando el resto de la gente disfrutaba de las vacaciones, era cuando más había que trabajar. Era continuado, recuerda. El Orellas apenas cerraba tres días al año: Navidad, Fin de Año y Año Nuevo. La fundadora está contenta con que su hija María haya seguido sus pasos en el restaurante, acompañada por su marido Demetrio, que se encarga de atender la cafetería del local.