Vecinos y turistas disfrutaron de la fiesta en Avión en la que se homenajea al país azteca
11 ago 2023 . Actualizado a las 20:45 h.Da igual si te gustan o no las rancheras. Cuando un mariachi empieza a entonar La Adelita o El rey pocos son los que se abstienen de corearla a gritos. Y es que sin duda México es lindo y querido. Lo saben bien los vecinos del municipio ourensano de Avión que emigraron al país azteca. Algunos continúan todavía allí y otros ya volvieron a vivir a Galicia, pero todos sienten un amor innegable hacia la tierra que les acogió. Tanto es así que cada verano deciden exaltar la cultura y la gastronomía de aquel lugar celebrando la Fiesta Mexicana de Avión. Es en agosto, justo antes de que se vayan todos aquellos vecinos que vuelven al pueblo a pasar el verano, y cada año es igual de buena.
La enorme carpa instalada en el campo da festa, que protege igual del frío que del calor sofocante del verano en Ourense, se vistió este viernes con banderillas de colores. Los sombreros mexicanos impolutos que lucían los mariachis se entremezclaban con los que llevaban muchos vecinos, que decidieron desempolvar sus charros y salpicar de color la fiesta. Los acentos también se fundían. Algunos llevaban tiempo en el DF o en Jalisco y otros no habían llegado si quiera a cruzar el charco. Sea como sea, el objetivo era el mismo para todos: disfrutar de México en mitad del rural gallego. Para la mexicana Juani López asistió este año por primera vez. Lo hizo animada junto a su chico, Santiago Tilve. «Desde que llegué a vivir a Galicia, todo el mundo me hablaba de esta iniciativa. Me decían que aquí estaban todos los mexicanos y así es», afirmaba. «Me siento como en casa. Estamos de maravilla, entre la comida que es un manjar, y la posibilidad de escuchar la música que me encanta», añadía.
Los niños se encargaron de reventar las piñatas de chucherías, tal y como manda la tradición, en la plaza del Ayuntamiento. Mientras, la fiesta continuó en la de la iglesia. Música, reencuentros y mucha comida. Olores con toques ácidos, picantes y dulzones, típicos de la gastronomía del país azteca, inundaban el ambiente y rodeaban incluso con gusto la parroquia de San Roque, testigo de toda la fiesta, en cuyos muros se sentaron a comer aquellos que necesitaban un descanso de tanto baile. Hubo quienes optaron por degustar unos tacos rápidos, de carnitas o al pastor; otros prefirieron comer enchiladas y quesadillas. Restaurantes como el carballiñés Rincón Azteca acabaron todo el producto previsto. Para bajarlo todo había bebida de sobra. Las cervezas Coronita protagonizaron esta parte, pero también había Modelo Especial y Victoria. Los más autóctonos se lanzaron a por las micheladas, un brebaje mexicano con muchas versiones que en su base es cerveza con jugo de limón, picante y sal. Hubo un poco de todo lo bueno que tiene México y la celebración acabó como manda el tequila, entre brindis y bailes, mucho más tarde de ponerse el sol.