José Manuel Gallardo, cartero en Maside: «Si hace falta, ayudamos a cambiar una bombona o llevamos medicinas»

La Voz

AVIÓN

El trabajador hace reparto diario y lleva una oficina auxiliar

12 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

José Manuel Gallardo tiene 39 años y proviene de dos generaciones de carteros, ya que su abuelo y su padre también lo fueron. «Esto lo he vivido desde niño, de pequeño mi padre me llevaba a repartir con él durante el verano y era una alegría. Llevaba la zona de Avión y entonces se enviaba dinero, paquetes, regalos, yo he vivido toda la evolución que ha habido en Correos», recuerda. José Manuel lleva ya diez años trabajando de cartero, primero entró como contratado y luego aprobó la oposición, y ahora lleva la oficina auxiliar de Maside, además del reparto en esta localidad y en dos más. «Se pasó de una época en la que se movían muchísimos envíos, tanto nacionales como internacionales, con los emigrantes, a un bajón importante. Ahora en el rural vuelve mucho la paquetería derivada de las compras por Internet y volvemos a tener mucho trabajo», explica. Así que la llegada de la era digital ha tenido su parte buena. «Tenemos un terminal electrónico que nos ayuda mucho a organizar el trabajo, antes había mucho papeleo y ahora todo es más sencillo, se sigue cualquier envío en todo momento», explica José Manuel. Aunque persisten cosas del pasado. «Hay compañeros que pueden llegar a hacer hasta 60 kilómetros al día, para ir a pueblos pequeños, algunos que ya apenas no tienen vecinos», relata este profesional, que da fe de que ser cartero rural implica mucho más que llevar o recoger el correo. «En muchos pueblos vive gente mayor a la que ayudas a poner una bombona o les llevas las medicinas, en el rural eres más que un cartero», relata José Manuel, que confiesa también que su llegada es a veces el momento de ocio del día entre los vecinos de los pueblos más deshabitados. «Te cuentan sus cosas, te agradecen que les escuches. A veces incluso nos saltamos un poco las normas, les llevamos los avisos a casa a quienes no pueden desplazarse. Siempre se hace más de lo que se nos pide por esta gente que lo necesita», explica. Para él, lo mejor del trabajo es «que tienes al jefe a primera y última hora y luego eres autónomo». También valora la relación con el público. «Te tiene que gustar tratar con la gente, y la mayoría es gente muy buena. Tú les ayudas y ellos te ayudan». Eso sí, también existe una parte mala y deriva de las inclemencias meteorológicas. «En verano lo pasas mal por el calor y en invierno por la lluvia, eso es lo peor», confiesa.

Las deficiencias en las direcciones obstaculizan el trabajo de reparto diario

El reparto en las zonas rurales tiene a veces complicaciones que no tienen nada que ver con el hecho de que el cartero tenga que desplazarse hasta localidades alejadas de los grandes núcleos poblacionales. Lo sabe bien José Manuel Gallardo, que asegura que él mismo llegó a desanimarse en algún momento de su carrera ante las dificultades de hacer entregas en zonas en las que las casas no tienen número ni existen las calles, algo que, aunque parezca mentira, es aún hoy en día relativamente habitual en muchas aldeas ourensanas y gallegas. «En general en la provincia las direcciones están bastante mal y teníamos que hacer listados hasta por los colores de las viviendas», explica el profesional, que advierte que «encontrar una casa en un pueblo es a veces muy complicado y propicia que algunos compañeros renuncien. Cuando llevas ya un tiempo con esta ocupación conoces a la gente, controlas los apellidos y todo resulta un poco más fácil, pero muchas veces tenemos quehacer trabajo de investigación para encontrar al destinatario de un paquete. Eso no se valora, pero es algo muy importante en este trabajo porque el reparto hay que hacerlo en un tiempo determinado», explica.

Horario de tarde

Con la aplicación de la nueva Ley de procedimiento administrativo común de las administraciones públicas los carteros ven ampliado su horario laboral, que hasta ahora se terminaba a las dos y media de la tarde. En adelante les supondrá trabajar dos tardes a la semana, durante dos horas. En este caso se trata de un servicio que se dedicará únicamente a las notificaciones, ya que la normativa establece que el segundo intento para realizarlas tenga lugar a partir de las tres de la tarde para favorecer que el destinatario sea localizado.