El sueño de Penélope

tareixa taboada OURENSE

AMOEIRO

MIGUEL VILLAR

Gran exposición de pintura de Sula Repani y Miguel Karballo en la CEO

12 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Tengo una atmósfera propia en tu aliento, la fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas, con su propio lenguaje de semilla», Vicente Huidobro.

Sula Repani y Miguel Karballo celebran su treinta aniversario de convivencia con un proyecto plástico común diseñado para el espacio de la CEO y comisionado por Jaime Pereira y Alicia Cabanelas Omil.

Los artistas presentan una gran exposición que se articula desde distintas series cronológicas, en una triple línea temática en la que ambos creadores confluyen, a pesar de las diferencias propias de cada estilo, influencias, tradiciones estéticas y referentes culturales: la nostalgia de tiempos perdidos y añorados, el componente onírico en espacios en equilibrio, armonía y paz, la alegría de vivir y la convicción de no crear arte desde la devastadora perspectiva del sufrimiento, sino desde la belleza y la dulzura.

La pintura de Sula Repani plantea un mestizaje cultural entre la presencia de su Grecia natal en la permanencia de la luz, la presencia del mar Egeo y las islas, que sobrevuela en sueños. Son figuras levitantes, oníricas, felices como en Colleita o Nadadora. Veranos en Lesbos, Elafonisi, Mediodía invernal en Bárquisa, donde el mar se confunde con el cielo multiplicando caleidoscópicos sus espejados reflejos en la escueta silueta del velero. Panorámicas nostálgicas, vistas desde un emplazamiento elevado o alejado en el tiempo.

Son sus obras de carácter lírico, con una línea elegante que cierra el contorno del dibujo con intensidad, forma y contenido; pincelada suelta y cromatismo aterciopelado, un impresionismo emocional en el paisaje, que se vuelve expresionista en el lenguaje artístico, humanizándolo, habitándolo de ternura y añadiendo el valor comunicativo de la sensación, subrayando el lado subjetivo de la relación entre el artista y la realidad, reelaborando y revisando las audacias fauvistas o la carga psicológica introducida por las vanguardias.

Sula construye sus composiciones a través de la multiplicidad de perspectivas parciales, su delicadeza cromática y la preocupación por el sujeto, matices apasionados que añaden a la realidad una dimensión metafísica y visionaria heredera de sus tradiciones, de una mitología incorporada al discurso contemporáneo con intencionalidad simbólica como en Penélope, Hermes en bicicleta o Ciclista en Ítaca. Sula anida en un paisaje gallego de ocres de verano y cadmios, otoñales susurrantes y nocturnos azules con la ilusión de la primavera y ese misterio rojizo de un volcán ardiente en el corazón.

Karballo plantea una revisión del paisaje desde una concepción nietzscheana de la vida como continua renovación desde el entusiasmo, el valor de la acción presente y la energía intermediaria entre materia y espíritu.

Utiliza el estímulo conferido al elemento visual sin la objetividad inmovilista de carácter normativo de las poéticas realistas pero extendiendo esta visión a un plano relativista, mediante el análisis de las formas y los elementos estructurales del paisaje, variaciones en la escala, influencia del sistema espacial de Cezánne. Concreciones orgánicas y confluencias topográficas de los montes de Amoeiro. Dominio de la técnica, el dibujo y el color, del plano del contenido y la expresión.

Con la complejidad transmitida a través del muralismo del XX de Rivera y Orozco, los frescos acrílicos de Karballo cubren la superficie del cuadro con capas de mortero; el arricio, preparación del soporte, espeso de arena y agua e intonaco (aplicación del color) suavizado de polvo de mármol y pigmentos aglutinados. Realiza incisiones y marcas que construyen la sinopia o dibujo, da textura en las rozaduras, los empastes añaden a la superficie monumentalidad castrexa, una gigantografía narrativa. Capta la introspección psicológica de los personajes como Gallen-Kallela y un ethos afín al de la escultura griega.

Su poliangularidad reproduce simultáneamente cambios en la escala, profundidad y espacio. En Último galope introduce el signo lingüístico en forma de letras griegas, fórmulas matemáticas y el símbolo incidido, grabado, extendiendo su aspecto parietal. Nostalgia en el recuerdo de su querida madre, estampas oníricas y los Montes, sobre los que sobrevuela a vista de águila. Karballo aplica la materia pictórica con pinceladas densas. Las taches irregulares sin matizar contornos, sin incurrir en magma, que en su materialidad se constituyen en relieve, amalgama de impresión, poesía y compromiso.