Los artistas aprenden en el parvulario

La Voz

AMOEIRO

<span lang= es-es >A pie de obra</span>. César Prada recibió en su taller a alumnos de primero de primaria, con quienes compartió la creación de una figura en barro, «Lupita barriendo».
A pie de obra. César Prada recibió en su taller a alumnos de primero de primaria, con quienes compartió la creación de una figura en barro, «Lupita barriendo». fotos:< / span> miguel villar< / span>

Los alumnos de Os Rosais comparten su creatividad con pintores ourensanos

29 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Como un mantra resuena entre las modernas paredes del colegio Rodríguez Barroso un sonido que es mucho más que un nombre: ¡antonpulido! Así, de un tirón, sin pausas, como una clave mágica para abrir las puertas tangibles e imaginadas de la creación artística.

El mantra lo pronuncian, incansables, los 48 niños de 3 años que desde el mes de septiembre tienen al pintor de Amoeiro entre sus talismanes educativos; esta semana lo recibieron como a un héroe, cual Bob Esponja o Peppa Pig.

A Pulido, a Maite Vázquez, a Xaime Quesada, a César Prada, a Alexandro, a Parada Justel, a José Luis de Dios y a Bázquez Ribada dedica este curso el colegio de Os Rosais su proyecto documental integrado. Los pintores ourensanos son el tema elegido para que alumnos de todos los niveles educativos, de 3 a 12 años, trabajen distintas destrezas.

«Trátase -explica la directora del centro, Teresa Lage- de que os alumnos sexan os artífices da súa propia aprendizaxe, consulten diversas fontes, busquen axuda nas familias... e aprendan por descubrimento, partindo sempre do que eles saben e do que lles interesa saber e que con esa información elaboren un produto -entrevista, conferencia, libro, power point, conto, mural...- para poder transmitirlles aos demais o que aprenderon. O profesor é guía e facilitador, non un transmisor de coñecementos».

Con esas premisas, los pequeños de 3 años, ataviados con unos vistosos mandilones amarillos y adornados por una envidiable mezcla de espontaneidad y silencio, le muestran a Pulido los libros que han elaborado sobre él. Además, han conocido su obra expuesta en Abanca y algunos se han desplazado a su lugar de nacimiento.

«Algunos niños fueron con sus padres a Amoeiro y se hicieron fotos ante la placa que le dedicaron a Pulido como hijo predilecto -explica la maestra Luz Doval-; una madre me dijo en una tutoría: Pulido es uno más de la familia. Y es verdad que los niños lo vivieron y quedaron prendados de su obra».

A la corpulenta bonhomía de Antón Pulido le sale la emoción por los poros tras el encuentro con los pequeños. Primero le han mostrado la decoración de la puerta del aula, que ha sido tuneada con una pintura abstracta inspirada en su obra; después lo han invitado a pintar, juntos, un mural. Y ahí ya fue el acabose.

Pulido se convirtió en un pequeño gigante sin mandilón amarillo, navegando entre ceras de colores y miles de giros creativos sobre el papel: «Cando eu era mestre os únicos cadros que me emocionaban era os dos nenos; son os únicos que lle aportan algo aos artistas porque teñen unha forma primitiva de ver a arte, sen as influencias da historia. Saber pintar coma un nenos é unha sabedoría moi difícil porque temos que pasar por alto todo o que aprendemos».

Para sacarlo de sus teorizaciones, los mandilones amarillos rodean a Pulido y le demuestran que, en su inocencia primitiva, han aprendido. Y mucho.

El mantra antonpulido sigue resonando y las preguntas demuestran que hay mucho fondo en tan pocos años: «¿Por qué pintas con colores oscuros? ¿Cuántos cuadros pintaste? ¿Por qué te pintaste la cara de rojo cuando te dibujaste a ti?».

A un centenar de metros, otro artista, César Prada, recibe en su taller a alumnos de 6 y 7 años, que lo rodean como a un cantante famoso y lo interrogan sobre mil y una cosas. Del trasfondo de esas preguntas, César constata una sospecha: «Saben máis da miña vida ca min».

Misión cumplida.

Todo el colegio participa en un proyecto de investigación cultural