Una boda como las de la Edad Media

ALLARIZ

Varios familiares recibieron a los novios alzando sus armas
Varios familiares recibieron a los novios alzando sus armas MIGUEL VILLAR

RETORNO AL MEDIEVO. Bufones, lucha de espadas, cetrería y hasta un halcón portando los anillos. La boda de Manuel e Ildara en el Fogar do Santiso de Allariz fue todo un viaje en el tiempo

01 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A Manuel y a Ilduara les encanta la historia, sobre todo la Edad Media, ese amplio período de tiempo que abarca desde la caída del Imperio Romano de Occidente, allá por el año 476 después de Cristo, hasta el descubrimiento de América, en 1492. El problema es que nacieron varios cientos de años más tarde. Pero no hay nada que el ingenio, el trabajo, el amor y un equipo de producción como el de O Fogar do Santiso no puedan lograr. Y por eso el sábado pasado, los ahora ya marido y mujer se casaron como podría haberlo hecho una pareja de la nobleza de la corte de Alfonso X el Sabio, el autor de las Cantigas de Santa María. Aunque es verdad que los novios, con su particular máquina del tiempo en la mano, se tomaron ciertas licencias. En lugar de en Toledo, Manuel e Ilduara reunieron a su corte de invitados en el restaurante que el grupo tiene en Allariz; no hubo juglares amenizando el baile, pero estuvo Will Disco Móvil, y el novio llevaba dibujado en la cabeza un motivo celta porque, como explica, «a Idade Media abarca tantos séculos que o que fixemos foi mesturar un pouco de todos eles».

Los novios llegaron juntos al enlace surcando las aguas del río Arnoia
Los novios llegaron juntos al enlace surcando las aguas del río Arnoia MIGUEL VILLAR

LLEGADA POR EL RÍO ARNOIA

Los novios llegaron al lugar de la ceremonia en una barca. Lo hicieron juntos, remando por el río Arnoia. Hizo buen tiempo, no hubo que armarse de paraguas u otro artilugio que pudieran haber usado en la época. Y al tomar tierra, sus cuñados convertidos en caballeros alzaron sus espadas para que la pareja pudiera pasar bajo ellas en dirección a la carpa donde se celebró la ceremonia, oficiada por el bruxo Queima.

Y hasta el lugar, donde también aguardaban las hermanas del novio, irrumpió un halcón que les acercó los anillos con un vuelo en picado. Allí fue también donde Manuel clavó su espada en el suelo para arrodillarse ante Ilduara. Justo antes, mientras los novios remontaban el río, en la orilla aguardaban invitados vestidos tal cual mandaban los cánones de la época. Porque el sábado en Allariz no faltó ni un detalle. «Ata deixei que me medrase a barba e pasei catro horas na barbería Dereck Ivanich para que me fixesen o trisquel que levaba na cabeza. Curiosamente Ilduara non foi á perruquería, fun eu», cuenta Manuel.

Fue él quien introdujo a su esposa en el mundo medieval. «Traballei un tempo na organización de feiras medievais e de aí me vén este amor por toda esa época. Despois levei á muller a varias feiras e a ela tamén lle gustou. Os dous queriamos unha voda diferente e que fose medieval», explica este recién casado. Lo lograron. «Foi moito o traballo, pero superou as nosas expectativas. Queremos dar as grazas a todos os que participaron», dice.

La boda fue un viaje en el tiempo que convirtió a O Fogar do Santiso en un entorno medieval en el que no faltaron bufones saltando de aquí para allá para entretener a los invitados, una muestra de cetrería, un menú digno de reyes donde hubo desde marisco de la ría de Aldán a carne de razas autóctonas, las filloas especialidad del Fogar, productos de la huerta... Y todo quedará en el recuerdo gracias a la labor de Martín Lagoa.

Un halcón acercó los anillos irrumpiendo con un espectacular vuelo en picado
Un halcón acercó los anillos irrumpiendo con un espectacular vuelo en picado MIGUEL VILLAR

CASTELLANO ANTIGUO

«Aínda que xa iamos ás feiras medievais, foi unha viaxe ao parque temático Puy du Fou, en Toledo, o que nos animou aínda máis. De feito fixeron aí as cartas de invitación á voda, escritas en castelán antigo», dice Manuel. Y de Toledo también vino la espada que llevó en el enlace: «Forxárona alí para min», dice con la satisfacción de que dos años de trabajo han valido la pena.

«Foi máis dun ano de produción, pero todo saíu segundo a escaleta», comenta Roberto Guerra, encargado de producción del Fogar do Santiso. Sabía que al novio le gusta conservar la historia, eso ayudó a la hora de hacer la escenografía: «Tanto a el como a seu pai lles gusta gardar e restaurar cousas antigas que atopan no monte ou tiradas no lixo... Gústalles conservar as cousas con raíz galega, como a nós. O que querían facer encaixaba perfectamente coa nosa filosofía», añade. Eso ayudó a que todo saliera perfecto.

Pero aunque ellos se encargaron de la producción, los novios ya llevaban dándole vueltas a cómo prepararlo durante más tiempo. «Un día, un domingo, fomos comer ao Fogar de casualidade e foi cando vimos como era o lugar, a filosofía que tiñan, falamos co encargado e dixemos: ‘Vai ser aquí’», cuenta Manuel. Porque ni él ni su mujer son de Allariz. Él es de Entrimo, ella de Ourense. Allariz es un puerto a medio camino. Ahora lo recordarán toda la vida. Los que les acompañaron el sábado pasado, también. Por lo pronto podrán degustar las botellas de licor café y licor de hierbas hechos por los propios novios, que entregaron de recuerdo de su boda. O incluso oler el aroma de los jabones medievales que les entregaron para que recuerden el día en que Allariz regresó al Medievo.