«Siempre digo que soy más un médico rústico que un médico rural»

Fina Ulloa
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ALLARIZ

Antonio Cortés

Fue el impulsor, y aún dirige, de la primera escuela de ecografía para facultativos de Atención Primaria

13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

José Manuel Solla Camino (Pontevedra, 1956), llegó a Allariz en 1983 y ha convertido a esta localidad en eje central de toda su actividad. Desde aquí ha publicado libros, ha ejercido la presidencia de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y creó su fundación solidaria -que lidera en la actualidad- y también puso en marcha y dirige la primera escuela de ecografía nacional que fue el germen de la formación de los médicos de familia españoles en esta técnica en Atención Primaria.

-¿Por qué eligió Allariz?

-Yo aprobé la oposición con un número muy bueno, lo que me permitía elegir prácticamente cualquier plaza. Y Allariz estaba muy solicitada porque era de las pocas que tenían organizadas guardias en el medio rural que en aquél entonces era todo un lujo. Siempre preferí un destino rural, de hecho mis padres nunca entendieron que no hubiera optado por Pontevedra, por ejemplo. Yo creo que esto es vocacional y siempre digo que soy casi más un médico rústico que rural.

-Ahora acaba de abrir un nuevo centro médico. ¿Cómo se compagina con la asistencia pública?

-Para mí la actividad privada siempre fue una forma de intentar buscar un ejercicio profesional diferente al que tienes que realizar en el sistema público, donde te ves obligado a consultas de muy corto tiempo. Si tienes que ver a 40 o 50 pacientes en el espacio que tienes de consulta, la calidad obviamente se tiene que resentir. Y ahora cada vez más porque se está precarizando la asistencia en Atención Primaria, a pesar de los buenos resultados que como país tenemos en ese sentido y de los que podemos presumir. Pero no hay nada que dure si no se le engrasa y se le sustenta como necesita en el aspecto económico.

-¿Qué le parece el debate entre pública y privada, y el sambenito de avaricia que se le cuelga a quienes comparten ambas?

-Yo entiendo que negar el incentivo económico sería, primero ridículo y luego hipócrita. Siempre lo hay, pero probablemente no era el que más primaba en mi caso porque de hecho no era lo que me proporcionaba un sustento económico, pero sí me permitió por ejemplo comprar mi primer ecógrafo en el 84 y hacer unos diagnósticos, aquí en el rural, mientras en la residencia se encargaban a Povisa; es decir los pacientes iban en ambulancia a hacer esa prueba a un centro privado de Vigo. Y me permitió publicar dos años después un trabajo sobre lo que se podía hacer desde la atención primaria con un ecógrafo. Fue el principio de todo el trabajo que se ha venido desarrollando después impulsado por la SEMG que sirvió de base para avanzar en la formación a través de esa escuela específica dentro de la sociedad científica y también, poco a poco en la implantación de esta técnica diagnóstica en las distintas comunidades autónomas.

-¿Qué ventajas tiene disponer de este aparato en el primer nivel asistencial?

-Muchas. Un ecógrafo en primaria resta al paciente la angustia de la espera para acudir al especialista y, lo más importante, puede mejorar el pronóstico de muchas patologías, entre ellas algunos tumores porque nos permite descartar o confirmar sospechas que luego, obviamente, concretarán los especialistas, y reducir tiempos y agilizar una derivación correcta, en lugar de dar palos de ciego. A la larga ahorra costes al sistema.

-¿Se avanza en la implantación como les gustaría?

-La implantación en las diversas autonomías es muy irregular. Nosotros venimos reivindicado un plan nacional de ecografía en atención primaria; precisamente porque vemos que no existe un criterio único ni en cuanto a cómo tiene que ser la formación. No hay una estructuración clara no ya de los médicos que se están formando sino de los que ya están ejerciendo y que a lo mejor no han tenido una formación reglada en estos sentidos. También debería especificarse qué condiciones debe tener un ecógrafo en Primaria, porque nosotros podemos ser complementarios con muchos especialistas. En Galicia estamos muy bien, quizá porque tenemos esta escuela y el nivel de disponibilidad de ecógrafos en los centros de salud.

«Dediqué treinta años a formación porque siempre fui consciente de mis limitaciones»

Cuenta José Manuel Solla Camino que cuando inició su carera profesional iba para internista, pero finalmente optó por elegir como destino profesional la medicina de familia.

-¿Nunca se arrepintió de haber escogido esta opción?

-No, porque en realidad la medicina de familia y la medicina interna tienen mucho que ver. Un internista es como el médico generalista del hospital, hoy por cierto una rara avis y muy cotizada en el esquema sanitario. Cuesta encontrar buenos internistas porque casi todos han derivado a subespecialidades, y hoy es un gran reto ser un buen internista igual que lo es ser un buen médico de familia porque tienes que tocar prácticamente todos los palos de la mejor manera posible.

-¿Y las publicaciones que tiene en el área de psiquiatría?

-Siempre estuve muy centrado en la formación, siempre me gustó aprender y saber más. Empecé con la psiquiatría porque yo veía que los médicos generalistas teníamos una carencia en ese aspecto brutal. Siempre fui muy consciente de mis propias limitaciones y cuando miraba hacia atrás y veía casos en los que lo había hecho mal me daba cuenta que muchos de ellos tenían que ver con la psiquiatría. Conocí a Manolo Siota, una mente privilegiada y un gran psiquiatra, y de esa amistad surgió la idea de sacar un primer manual de psiquiatría para médicos de familia. Eso derivó en un ciclo formativo para el colectivo, en un momento en el que arrancaban los primeros fármacos antidepresivos que actuaban sobre receptores de serotonina. Luego surgió un grupo de psiquiatras y médicos de Primaria que empezamos a revisar un poco todo y tuvimos la suerte de que el primer libro tuvo muchísimo éxito. Alguna facultad lo incorporó para enseñar esta faceta a los estudiantes de medicina.