Un párroco bajo sospecha

m. c. O BARCO / LA VOZ

A VEIGA

LOLITA VÁZQUEZ

Ángel Sanchez sigue dando misa mientras el obispado investiga una denuncia por abusos contra él

26 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El obispado de Astorga vive una época convulsa. La denuncia contra el cura José Manuel Ramos Gordón -ahora apartado de la Iglesia- por abusos a menores en el seminario menor San Juan de La Bañeza a principios de los ochenta acabó con su confesión de los hechos. Y a traído más consecuencias. Una nueva denuncia. Esta vez el apuntado por un exseminarista es Ángel Sánchez, natural de O Barco de Valdeorras y que tras pasar -entre otros destinos- por La Bañeza y A Veiga, ahora es el párroco de Veigamuíños.

Emiliano Álvarez presentó una denuncia asegurando que había sido víctima de los tocamientos de Sánchez cuando tenía apenas 10 años, y durante casi tres cursos académicos. Todo comenzaría en el año 1977. Sánchez tenía 23 años y acaba de ser ordenado sacerdote. Según el relato de la supuesta víctima, el cura entraba en su habitación (que compartía con varias decenas de chavales más) de noche, cuando se suponía que dormían; y tras acercarse a su cama, le bajaba la sábana y los pantalones, y le tocaba los genitales. No solo le sucedía a él. Álvarez aseguró que otras veces la linterna con la que presuntamente se iluminaba el párroco se paraba en otras camas. Decía recordar todavía sus gafas doradas, y el tono rubio de su pelo. Y el asco. «Aquello era insoportable», denunció Álvarez.

Su escrito fue recibido por la diócesis de Astorga con el anuncio de apertura de una investigación. Un procedimiento que se seguirá con esta y con cualquier otra denuncia que pudiera aparecer en este sentido, según aseguró el obispo, Juan Antonio Menéndez.

La investigación está en marcha, y mientras no haya una resolución, Sánchez Cao sigue en su puesto. Desde el obispado aluden a la presunción de inocencia. Y el párroco sigue con su tarea normal.

Este mismo jueves acudía a la pequeña iglesia para oficiar una misa a san Tirso (el patrón de la parroquia barquense), a interés de una devota, tal y como podía leerse en el listado de misas que hay colgado junto a la puerta. Eran las seis de la tarde y a misa acudían una decena de devotas, que no ocultaron su posicionamiento en defensa del cura en todo momento. El párroco tiene sus fieles, y también a un buen número de amigos que no han dudado en mostrarle su apoyo a las redes sociales.

El cura declinó hacer declaraciones sobre la denuncia a La Voz, pero sí utilizó Facebook para negar los hechos. «Nunca ocurrieron» los abusos, publicaba en respuesta a un comentario que decía: «Hay que confiar en la justicia y que ella siga su cauce. Tanto la presunción de inocencia de D. Ángel como la presunta veracidad del que denunció los hechos de hace casi 30 años atrás (...). No debemos hacer juicios de valor pues seguro que nos vamos a equivocar todos: tanto quien defienda a la víctima como quien defienda al denunciado. ¿Por qué se ha denunciado solo a D. Ángel y no a otros sacerdotes que estuvieron con el? ¿Porque no lo hicieron hace ya muchos años? ¿Quien tiene la verdad?». Otros muchos comentarios le mostraban directamente su apoyo ante una denuncia que muchos tacharon de falsa.

En su iglesia, el jueves, nadie se preguntaba tal cosa. Todo lo contrario. Las devotas están con él. Creen en él a fe ciega. El obispado, mientras, continúa investigando la denuncia.