«Algunos piensan que en la ciudad hay más posibilidades de empleo. No es cierto»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

A TEIXEIRA

MIGUEL VILLAR

Llegaron al rural buscando una vida mejor y encontraron su medio de subsistencia

01 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras viajar por diferentes partes del mundo, el madrileño Jorge Rincón llegó en 1999 a la aldea de Tronceda en A Teixeira. Quería dar un cambio de rumbo a su vida. Pensaba, entonces, que sería posible vivir únicamente de una huerta. Pero en seguida se dio cuenta de que no era así. Tras varios trabajo esporádicos y después de formarse, en el 2004 creó la cooperativa Como Cabras y en el 2007 hizo el primer queso. Hoy cuenta con 220 reses de raza murciano-granadina en una explotación en Castro Caldelas. Y uno de sus quesos de la marca Touza Vella ha recibido un premio internacional en los World Cheese Award.

Tuvo claro desde el principio que había que apostar fuerte para que el proceso fuese el más natural posible y «pasito a pasito», dice, ha conseguido, entre otras cosas, que cinco personas vivan de la explotación: «El proceso fue largo. Llegas con ideas peregrinas y te crees que plantas cuatro tomates y ya puedes vivir. Pero ves que te mueres de hambre un día tras otro. Lo que sí tuvimos claro desde que llegamos al rural ourensano es que queríamos buscar algo parecido a esto. Vivir del y para el campo». Jorge Rincón cree que en el imaginario gallego existe la idea de que si se quiere trabajar hay que huir del rural. No está de acuerdo: «Algunos piensan que en la ciudad hay más posibilidades de empleo. No es cierto. Aquí la tasa de paro es cero». Y relata las dificultades que encuentran cuando quiere contratar a alguna persona para un trabajo puntual.

El trabajo en Touza Vella es continuo, los siete días de la semana. En eso radica su éxito, aunque a veces cueste lidiar con un consumidor que sigue pensado que lo de fuera es mejor: «Luchamos contra un mercado que no estaba acostumbrado a estos quesos en Galicia. Y ves que hay gente que no tiene reparo en pagar por un queso francés de un año 28 euros el kilo, pero a mí se me ponen patas arriba si les pido 17». En la cooperativa fabrican quesos de la gama de más calidad: leche cruda y cortezas naturales, sin productos químicos. Esto supone tener que voltear continuamente los quesos en cámara para conseguir el resultado esperado. «Hay una cantidad muy grande trabajo y horas de volteos diarios, muchos cuidados. Eso le da al queso sus características. Si vas a uno industrial y le miras la corteza y ves que está limpia es porque le echan fungicida». Jorge Rincón es un apasionado de su trabajo y del rural ourensano. Dos ingredientes, dice, para poder conseguir, aunque sea pasito a pasito, asentarse, trabajar y conseguir generar empleo.