La hostelería en Valdeorras: «Yo creo que los bares no tienen la culpa de nada. Es después de estar aquí cuando la gente se junta»»

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

A RÚA

Kelly Carballo regenta el bar Corinto en A Rúa de Valdeorras
Kelly Carballo regenta el bar Corinto en A Rúa de Valdeorras LOLITA VÁZQUEZ

Kelly Carballo asegura que si el local que tiene en A Rúa no fuera suyo, tendría que cerrar porque sería incapaz de hacer frente a los gastos

29 ene 2021 . Actualizado a las 13:09 h.

En marzo fue el confinamiento y en diciembre el primer cierre perimetral y con los bares despidiendo el día a las seis de la tarde. Ahora, Kelly Carballo afronta con resignación las nuevas restricciones al frente del bar Corinto en A Rúa de Valdeorras. «No me parece ni medio normal, porque la gente se cuida. Aquí está con la mascarilla, o en la terraza... Yo creo que los bares no tienen la culpa de nada. Es después de estar aquí cuando la gente se junta», argumenta la hostelera.

En el confinamiento sirvió tapas para llevar y le funcionó. Una vez que reabrió las puertas del bar, la gente dejó de pedir para casa. «Los clientes prefieren venir al local», dice. Ahora prueba de nuevo. «Como es por teléfono, si tengo pedidos, los hago», añade. Así que al menos intentará de esta manera tirar por el negocio.

Carballo asegura que la situación es mala para la hostelería y tiene claro que ella podrá soportar el nuevo cierre porque no paga un alquiler. «Si el bajo no fuera mío, tendría que cerrar. Porque todo son gastos», argumenta. En su caso, al no tener una renta que afrontar cada mes, le sirve para ir capeando las diferentes crisis sobrevenidas por la pandemia del coronavirus.

Antes del cierre perimetral de diciembre, en el que además se puso el tope de las seis de la tarde para que puedan estar abiertos los bares, Carballo incluso estaba pensando en contratar personal. «Yo necesito a alguien en la cocina, pero con todo esto lo vas ralentizando», señala. Ahora se apañan entre ella y su marido, que es taxista, pero con el fin del ocio nocturno, el sector tampoco pasa por su mejor momento. Así que entre los dos se van amañando.

Dice que anticipar el cierre a las seis de la tarde (que en A Rúa está vigente desde el pasado 12 de diciembre) se llevó por delante buena parte de su negocio. «Por la mañana haces unos cafés y unos vinos; el tapeo es por la tarde», destaca. Y que los clientes de otros municipios no pudieran ir al bar supuso otro tajo a la caja. «Aquí viene gente de Petín, de todos los lados», señala. Y es tajante: «Hundieron el pueblo. En plenas Navidades, a la gente de Petín que quería comprar una carallada la mandaban para O Barco», dice, sin esconder su enfado. Dice que el sentimiento es similar entre hosteleros y comerciantes. «Yo con los que hablo, todos dicen que no tuvo ni pies ni cabeza, que la cabeza pensante que lo decidió, hundió el pueblo», remata.