«¡Ai, que matei á señora!», dijo el chófer de un bus tras un atropello en A Peroxa

Marta Vázquez Fernández
m. vázquez OURENSE / LA VOZ

A PEROXA

MIGUEL VILLAR

La Guardia Civil dice que el conductor se distrajo y la Fiscalía pide año y medio de cárcel

15 nov 2019 . Actualizado a las 15:13 h.

Una imprudencia grave que merece un severo reproche penal o un incidente que, pese a las consecuencias, no justifica la condena. Entre esas dos hipótesis se mueven las versiones de Fiscalía y defensa sobre el atropello mortal ocurrido a primera hora de la tarde del 4 de junio del 2018 en la localidad de A Peroxa. El conductor de un microbús que cubría la línea entre la capital ourensana y esa localidad arrolló a una mujer de 83 años que estaba esperando en la parada, provocando que saliera despedida y que muriera casi en el acto.

Este jueves el conductor del vehículo, Cley G. C., de 38 años, se sentó en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal 2 de Ourense para responder de un delito de homicidio por imprudencia que le imputa el Ministerio Fiscal, que lo responsabiliza de las graves consecuencia del incidente y solicita para él una pena de año y medio de cárcel, además de la retirada del permiso de conducción durante dos años.

«Oí el golpe y entonces me di cuenta», explicó el acusado al recordar el momento del atropello. Dijo que en cuando se percató de lo ocurrido pisó el freno del vehículo y, en varias ocasiones, explicó que nunca vio a la señora. «Había un carriño da compra, mirei para a marquesina pero á ela non a vin, non sei onde estaba», explicó. También reiteró que iba atento a la conducción y reconoció que circulaba un poco por encima de la velocidad permitida en la vía, que era de 50 kilómetros por hora.

En el momento del accidente dos viajeros iban en el microbús. «Sentín o golpe e oín que o conductor decía, ‘¡ai, que matei á señora!’», relató uno de ellos ante la jueza. No pudo, de todas formas, aportar muchos detalles porque reconoció que viajaba en la parte de atrás del bus y que el chófer circulaba de forma normal. La misma sensación tuvo la otra pasajera, una enfermera que iba a trabajar al centro de salud y que, tras el choque, intentó sin éxito reanimar a la víctima. «No vi nada raro», aseguró.

La declaración más larga fue la del agente de la Guardia Civil que instruyó el atestado. «La causa fue una distracción en la conducción», aseveró ante la jueza el agente, explicando que el tramo en el que tuvo lugar el atropello mortal era una recta con buena visibilidad. Confirmó que el tacógrafo indicó que la velocidad a la que iba el conductor era de 62 kilómetros por hora y que la calzada en la que tuvo lugar el accidente no tiene arcenes. «Era una señora mayor con un bastón, no creo que tuviera mucha capacidad de movimiento», aseguró el agente, explicando que la víctima estaba a un metro de la marquesina esperando el autobús. También recordó que tras el impacto con el vehículo la víctima salió despedida a veintiún metros. El bus, por su parte, tardó unos seis segundos en detenerse, recorriendo unos 14 metros antes de hacerlo totalmente. La forense confirmó que la mujer sufrió lesiones múltiples a consecuencia del atropello, que le provocaron la muerte, especificando que el golpe más fuerte lo presentaba en la parte izquierda del cuerpo.

Antes de dejar el caso en manos de la jueza la fiscala consideró que había quedado probada la «conducta imprudente», del acusado, por el exceso de velocidad y el tiempo que tardó en detenerse, y recordó también la falta de atención a la que alude el atestado. La defensa, por su parte, solicitó la libre absolución por considerar que «no existió una imprudencia tan grave que justifique una condena». En su opinión durante la vista no se ha podido acreditar que su cliente fuera desatento y que ningún testigo habló de imprudencia.