La oferta de turismo rural se estanca en la provincia, con 75 establecimientos

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

A PEROXA

Santi M. Amil

Ourense tiene la infraestructura más pequeña de Galicia y con menos trabajadores

14 nov 2018 . Actualizado a las 09:19 h.

Ser la única provincia gallega que no tiene costa debería ser el aliciente para justificar la existencia en Ourense de un pujante sector de turismo rural, pero las cifras evidencian que esto está lejos de cumplirse. Tras el bum registrado entre los años 2007 y 2011, cuando se pusieron en marcha un alto número de alojamientos al abrigo de las ayudas económicas del Plan Leader, concebido como una herramienta para dinamizar los entornos no urbanos, en los últimos tiempos se ha registrado un descenso en el número de casas abiertas, motivado en muchos casos por la caída de clientes y la enorme dependencia del turismo estacional. Ambos factores han hecho imposible la continuidad de muchos negocios.

Así las cosas, y según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, al cierre del mes de septiembre en la provincia permanecían abiertas al público 75 casas rurales repartidas por diferentes municipios. Entre todas, ofrecen un número de plazas que se estima en 979, lo que supone una media de trece vacantes por cada negocio y que, en todo caso, evidencia ser la infraestructura más reducida de toda la comunidad gallega. En Lugo, la oferta de alojamientos alcanza los 135, mientras que en A Coruña son 152 los que están abiertos en estos momentos y en Pontevedra hay 153. Como no, tener la oferta más pequeña de alojamientos implica también tener el menor número de empleados. En Ourense son 141 las personas que declaran desarrollar actividad en el sector, que en muchos casos se nutre de empleados de una misma familia que se reparten distintas tareas. Es Lugo la provincia en la que el turismo rural genera más empleo, con 285 trabajadores, mientras que en A Coruña son 283 y en Pontevedra otros 244.

Una década de impulso

Distinta es, en todo caso, la radiografía del sector si se compara con la que existía en el 2005. Entonces apenas llegaban al medio millar los establecimientos abiertos en la provincia, en los que se ofertaban 675 plazas y que daban empleo a 81 trabajadores. En los ejercicios posteriores el turismo rural vivió un auténtico despegue, lo que dio pie a que en muchos pueblos se restaurasen viejas casas abandonadas, algunas con gran valor arquitectónico, para dar cobijo a turistas deseosos de buscar descanso en bellos parajes naturales. Así, el pico más alto se registró en el 2011, cuando llegaron a estar operativas 83 casas rurales.

Hoy en día, hacer un recorrido por la provincia supone ver cómo muchos de esos alojamientos se encuentran en traspaso y algunos cerrados. Otros solo abren en temporada alta mientras que los demás, los que funcionan todo el año, buscan nuevas vías para atraer a clientes en los meses más flojos, ampliando su oferta hacia la gastronomía y combinándola con alternativas turísticas que hagan la oferta más atractiva.

Altos niveles de ocupación, pero solo en temporada alta o fin de semana

«El turismo rural se mantiene de una forma estable; es una continua crisis que llevamos superando desde siempre, con épocas mejores y peores», así describe la situación actual de una parte del sector Javier Torquati, propietario de la Rectoral de Ansemil y presidente de la asociación Limia Verde, una de las tres que están operativas en la provincia de Ourense, y que aglutina a catorce establecimientos del triángulo comprendido entre las comarcas de Celanova, A Limia y Verín. «Estamos viendo qué canales tenemos que transmitir al cliente porque esto está cambiando mucho; desde que comenzó todo, con la colaboración de Turgalicia y aquellas guías de turismo rural en papel, ha pasado mucho tiempo y todo se ha transformado. Ahora la clave es el mundo online, así que estamos adecuándonos a esos nuevos canales con los clientes», asegura.

Reconoce que, en el turismo rural, «el visitante demanda algo más que una habitación y un desayuno casero. La gente ya no viene a una casa rural a tomar una mermelada natural, eso es historia; ahora busca las mismas comodidades o mejores incluso que en un hotel de alto nivel: quiere tener Internet, televisión con pantalla plana, cama grande, finca, vistas, oferta gastronómica y de ocio alrededor de la casa». Y luego está la figura polivalente de los propietarios de las casas. «Somos a la vez trabajadores, guías turísticos y hosteleros, cumplimos todas esas funciones».

En cuanto a la demanda, explica Torquati que no son un baremo demasiado fiable porque se trata casi siempre de casas pequeñas, con una media de entre ocho y diez habitaciones, pero son buenos datos. «Siempre cubrimos los fines de semana y festivos y verano, pero en momentos puntuales».

Termalismo y gastronomía

El problema es llenar el resto del año. «La gente que viene a nuestra zona está muy interesada en el termalismo, tanto en Ourense, como Bande o Lobios, y también en la cocina», explica Torquati, que reconoce que «cada vez se sube más el nivel gastronómico en cuanto a que unos están contratando a profesionales y otros se están formando. Si eso sirve para impulsar el sector bienvenido sea», advierte.

Ribeira Sacra

Joya de la corona del turismo de interior gallego, la Ribeira Sacra es la comarca que más alojamientos de turismo rural acoge de toda la provincia. Son 35 los establecimientos situados en los municipios de A Peroxa, A Teixeira, Castro Caldelas, Esgos, Montederramo, Nogueira de Ramuín, Parada de Sil y Xunqueira de Espadañedo y que pertenecen a la asociación Ribeira Sacra Rural, en la que también se integran establecimientos de Lugo. El mes pasado la ocupación en esta zona llegó al 60 % como media general, mientras que durante los fines de semana ese porcentaje llegó al 90 %. Para noviembre se espera una ocupación buena. A estas alturas, la mitad de las plazas ya están reservadas, según la gerencia.

Además de estas asociaciones, la provincia tiene también casas repartidas por distintas localidades y aglutinadas en un grupo mixto. Muchas de ellas se sitúan en el Camino de Santiago, en las Vía de la Plata. Estos establecimientos logran aceptables niveles de ocupación gracias al bum de peregrinos.