Así las cosas, queda probado este clan familiar, de nacionalidad portuguesa, se puso de acuerdo en las fechas ya señaladas para desplazarse a zonas rurales de la provincia de Ourense, principalmente a municipios situados en el sur. Buscaban núcleos de escasa población y con vecinos de avanzada edad, a los que se acercaban con el pretexto de vender textiles del hogar. «Su auténtica intención era apoderarse de los bienes o efectos que hallaran en sus viviendas, abusando de las circunstancias personales o desamparo en que se encontraban las víctimas, por ser personas ancianas que vivían solas y dejaban las puertas abiertas», recoge el escrito de acusación del caso. En ese informe se daba cuenta de seis hurtos que ahora se dan por probados.
Así, no queda duda alguna de que el 14 de julio dos de los acusados acudieron a una vivienda de A Merca y se metieron dentro aprovechando que estaba la puerta abierta, revolviendo el interior y llevándose 400 euros guardados en una mesilla de noche. Ese mismo día trataron de entrar en otra casa, si bien el propietario estaba dentro cuando franquearon la entrada, por lo que pusieron una excusa y se fueron. Poco después se llevaron otros 600 euros de una casa de A Merca, tras hallar de nuevo la puerta abierta. Padre, madre e hija se encargaban de entrar en las viviendas, mientras el yerno hacía de chófer.