Galos empeñados en mantener la tradición del entroido de A Mezquita

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

A MERCA

CELANOVA & BEYOND

Un concurso de la asociación «Hispania Nostra» premió un artículo que divulgaba este carnaval de A Merca

09 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La fuerza y la magia del entroido en Ourense hacen que sobrevivan costumbres casi perdidas o que estuvieron olvidadas durante años. Es lo que ocurre en San Pedro da Mezquita, un pequeño pueblo de A Merca, donde un grupo de animosos vecinos se juntan cada año para mantener la tradición de los galos, la máscara local. Este domingo y el martes de entroido volverán a salir para realizar la alborada por la mañana -a la salida de misa donde esperan a los feligreses que se atrevieron a ir a misa pese a ser tiempo de carnaval- y en la monta do galo, por la tarde. «Non somos moitos, se estamos todos seremos 27 ou 28, hai moita xente que marchou ou é maior. Tentamos meter aos cativos, que son o futuro», explica Manuel Vispo Rey, desde la Asociación dos Galos da Mezquita.

Este colorido entroido llamó la atención de María González, guía turístico y licenciada en Historia, que desde la web del hotel Celanova y desde la página Celanova & Beyond, en Facebook, trabaja por divulgar el patrimonio material e inmaterial del sur ourensano. Envió un artículo y fotos para la tercera edición de «Con el concurso de todos» de la revista Hispania Nostra y resultó ganadora. «El de A Mezquita es un entroido precioso, no solo por el traje, sino por el lugar. Está aquí al lado y es desconocido. Los vecinos acuden a mantener la tradición desde Ourense, Lugo o Euskadi», explica la autora, que estudió el libro referencial de Federico Cocho sobre el entroido. Como ocurre con tras figuras de la provincia, en A Mezquita el galo es la autoridad durante el carnaval. «Van a esperar a los feligreses al acabar la misa y los obligan a bailar. Hacen una alborada paseando por el pueblo en un tractor en el que llevan un gallo enorme; las mujeres les dan huevos, que simbolizan los tributos», describe María González.

Manuel Vispo añade que la monta do galo se hace por la tarde en la zona de las escuelas. «Uns van de galos e outros de feas, antes viñan paisanos doutros pobos, os galos montábanos por parellas e, se se resistían, dábanlles paus. Cando collen ao ‘feo’, os galos saen correndo e lévano á taberna para que pague», relata. Hoy ya no se pega a nadie y los galos solo tocan con su vara al «feo».

Mantener esta tradición ha costado. Según explica Vispo, la fiesta se perdió a mediados de los años sesenta del siglo pasado. Un vecino de A Mezquita, Ramón, salió él solo de gallo a principios de los noventa para que no se perdiera el recuerdo. «Eu daquela tiña un galiño pequeno, aínda que moita xente que viste o traxe hoxe nunca o viviu. Pero somos cabezóns e empezamos a facelo outra vez», cuenta Manuel Vispo. El traje lo sacaron preguntando a los mayores del pueblo. La historia de la figura se remonta, dice Vispo, a 250 años atrás, según aparece en algún escrito. Lo que no han conseguido recuperar es la música típica del carnaval local, unas polcas que no consiguen recordar del todo los músicos más viejos. Es «complicado» mantener la tradición, dice Vispo, y más al no contar con ningún apoyo institucional. La asociación participó en las dos últimas mascaradas de Viana do Bolo y Vilariño de Conso.

Por eso, y por la belleza se fijó en ellos María González, para su artículo premiado. «Su traje es una maravilla y apoyo cualquier iniciativa conducente a conocer el patrimonio de la zona, que es patrimonio de la humanidad aunque no lleve el marchamo de la Unesco», concluye.

Este domingo volverán a salir, después de la misa de doce. Serán unos quince, cuenta Vispo, aunque espera que el martes se puedan juntar más galos.