La denunciante de explotación sexual en un prostíbulo afirma que le hacían mal las cuentas

La Voz

A GUDIÑA

El acusado suma cuatro denuncias por asuntos relativos a prostitución planteadas por mujeres originarias de Paraguay

03 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los clubes de alterne «son iguales en todas las partes del mundo» y cuando una mujer acude a trabajar en uno de ellos «sabe a lo que viene», según argumentó ayer el abogado defensor de Nuno Miguel C. R., juzgado en la Audiencia por delitos relativos a la prostitución, inmigración y detención ilegal. La fiscalía, contrariamente, estima que se la captó para trabajar en un club de alterne y que, posteriormente, se la coaccionó para ejercer la prostitución. Y mientras la defensa sostiene que en este caso concreto la denunciante ejerció la prostitución «antes, durante y después» de su estancia en el Dolce Vita de A Gudiña, la acusación pública sostiene que el relato de la víctima es sólido y verosímil para mantener una imputación que se traduce en penas que suman catorce años de cárcel.

El caso quedó ayer visto para sentencia después de que prestara testimonio la víctima, que goza de la condición de testigo protegido. Declaró por videoconferencia y con un biombo entre el acusado y la pantalla de televisión de la sala.

Con las dificultades de comunicación que son habituales en este tipo de declaraciones a distancia, la mujer fue confirmando los detalles de la acusación, en el sentido de que fue captada en Paraguay, vino a España con una prima y ambas tuvieron su primer destino en Murcia. Desde aquí, al estar a disgusto y tras hablar con las personas que habían gestionado su traslado a España en enero del 2010, fueron enviadas a Ourense. Las coaccionaron para ejercer la prostitución. Estuvieron días sin poder salir. Incluso sin recibir comida. La ex pareja del acusado -que está en paradero desconocido y por eso no fue juzgada- la agredió. Ese hecho precipitó la fuga hacia Vigo.

La testigo, que denunció lo ocurrido en diciembre del 2011 tras ser identificada en un club de alterne de Porriño, en situación administrativamente ilegal, afirmó que le hacían mal las cuentas para que no pudiera zanjar la deuda por los gastos contraídos. En cuanto al retraso en denunciar, cuando había tenido oportunidad estando ya fuera de Ourense, justificó su proceder por el miedo que tenía a que le quitaran la casa a su madre en Paraguay.

La defensa sostiene que el acusado es víctima de su buena fe y por eso precisamente lo denunciaron hasta cuatro veces.