«Quero quedarme a vivir no Carballiño pero así non podo»

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

A ARNOIA

Miguel Villar

Inma Rial heredó una casa en la villa pero las barreras que encuentra con su silla dificultan su día a día

03 sep 2019 . Actualizado a las 08:22 h.

Primero tuvo que irse de A Arnoia. No por decisión propia ni familiar. Inma Rial necesita moverse en silla de ruedas y llegó un momento, cuando era pequeña y se murió su madre, que ingresó en centro de atención a personas con discapacidad física de Ferrol. Allí sí podía llevar una vida casi normal, con pocas barreras arquitectónicas. A los 19 años se independizó y ahora vive de alquiler en Nigrán junto a su pareja. En una localidad, afirma, en la que se mueve sin demasiadas dificultades. Hace unos meses su padre falleció dejando a Inma una casa en O Carballiño como herencia. Un hogar al que ella ahora quiere regresar -«siempre me he sentido ourensana», dice- pero que de nuevo le recuerda que su tierra no es lugar para una silla de ruedas. O lo que es lo mismo, para ella.

Estos días están en O Carballiño arreglando documentación para poder quedarse a vivir en la villa. Pero no está siendo fácil. Asegura que los problemas se duplican, sobre todo en la zona central, y que uno no se da cuenta hasta que tiene la necesidad, por ejemplo, de ir a un notario, a una gestoría o simplemente acercarse y entrar en la casa consistorial a arreglar algún papel. «Quero quedarme a vivir no Carballiño, pero así no podo», afirma. Y su reclamación y crítica no es solo personal, sino que quiere dar luz a una realidad que seguramente otras muchas personas viven en la localidad. «É verdade que hai algúns sitios onde hai rebaixes nas beirarrúas, pero non todos. Por exemplo, no propio paso de cebra da casa consistorial, nun dos lados. E para poder entrar teño que facelo por un lateral e con dificultade. Tampouco puiden ir ao notario nin a unha xestoría. Menos mal que nesta ocasión viñe acompañada pola miña parella e entrou el», relata. Porque aún con ayuda hay dificultades: «Teño una cadeira eléctrica que pesa uns 140 quilos e non todo o mundo pode subila. Solo faría falla que houbera una rampla, algo tan simple», dice.

En el día a día, en aquellas cosas que no son necesarias pero hacen que la vida de alguien sea completa, también encuentra trabas. «Non podo ir a moitas cafeterías e hai supermercados que tampouco. E salvo excepcións ás veces teño que mirar as tendas, por exemplo de roupa, dende fora e que me saquen as prendas. Agora que busco cousas para a miña casa, pásame o mesmo. E so hai un taxi adaptado para nós», explica. No pierde la confianza. Quiere regresar y sabe que no todo se puede arreglar en un día. Solo pide empatía.