La UD Ourense rentabiliza su solitario gol en el duelo provincial en Os Carrís (0-1)

Si la UD Ourense solo sumaba victorias en casa, tampoco falló en el feudo del vecino Barbadás, si bien el derbi fue una ardua disputa, con el partido muy abierto hasta sus últimos compases: 0-1.

Los hombres de Juanjo Vilachá volvieron a ocupar bien los espacios en un primer tiempo que fue el típico derbi entre dos formaciones que se conocen muy bien y que dejaban poco margen a la creatividad del oponente. Osian, de nuevo de vermello, fue el primero en inquietar a Borja Atanes, en una ocasión a la que siguió otro disparo de Luismi. El despertar del cuadro azulón lo protagonizó Gabi, pero no acertó a batir a Álex Cobo, mientras que Carlos González también merodeó con peligro, en el área visitante, como en el cabezazo que desvió el cancerbero a córner.

El partido estaba más abierto, con presencia de los atacantes en ambas áreas, si bien las mejores intentonas de ese tramo anterior al intermedio las firmaron los visitantes, en un vistoso remate del ariete Gastón Cellerino, que no cogió portería y en un remate del escurridizo Migui, que golpeó la madera por fuera.

Al retorno de los vestuarios, se esperaba un enfrentamiento aún más intenso y las dos aficiones esperaban lo mejor de los suyos. Fueron los visitantes los que enseñaron primero los dientes. Recuperaba más balones y también fue capaz de poner a prueba a Borja Atanes, como sucedió cuando Champi disparó desde la frontal del área. El capitán también habilitó a Migui en otra acción que no atinó a resolver con eficacia el carballiñés, al que acompañó después Luismi con otras dos acciones de peligro.

No se amilanó el Barbadás, que siempre es incómodo para cualquier defensa cuando conecta con Gabi, mientras que Alberto Nóvoa intentó sorprender desde el balcón del área al que fuera su compañero, Álex Cobo. En busca ya del último cuarto de hora, el duelo provincial lo decidió un goleador de la vieja escuela. Gastón Cellerino marcó bien los tiempos para cabecear un centro lateral al fondo de la red, allí donde habitan los pichichis. Apretó entonces con todo el cuadro local, pero los hombres de Borja Fernández supieron sacrificarse en tareas defensivas.

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