
Héctor Moredo se vino a Galicia en el 2020 y abrió su propio local, donde prepara pizzas con toques latinos y otras elaboraciones típicas
18 ene 2024 . Actualizado a las 22:44 h.Aunque su padre era ourensano, Héctor Moredo tiene un marcado acento cubano que lo delata cada vez que habla. «Me vine de allá con mi familia en el 2020. La situación política y social en Cuba no es buena y al final esta es la tierra de mi padre, así que optamos por mudarnos», confiesa. Su progenitor era de Cabeza de Vaca, pero Héctor prefirió la ciudad. Desde que llegó tuvo claro el plan, emprender abriendo su propia pizzería, un negocio que conoce perfectamente porque en el país centroamericano llegó a regentar varias. «Llevo tres décadas especializándome en la masa y preparando pizzas. Tenía claro que nada más llegar montaría mi propio local en Ourense», afirma. Se llama El Cubano y está en la avenida de Zamora. Lo abrió en el 2021. «Encontramos el espacio adecuado, ni grande ni pequeño, con una cocina súper preparada, y nos lo quedamos», explica.
Esta pizzería se caracteriza por su toque latino. «Las masas son el punto perfecto entre blandas y crujientes y luego la mayoría llevan condimentos propios de mi país», admite. Hacen doce variedades diferentes. «A mí me gustan todas pero la barbacoa, que trae ternera, pollo, beicon y salsa, es la que más piden», afirma Héctor. También sale mucho la cubana, que lleva jamón, queso y maíz. Tienen pizzas con hortalizas y otras con atún, cuatro quesos y la clásica con albahaca. Cierran los miércoles y el resto de días de la semana están abiertos desde las 12.00 horas.
En El Cubano no solo hacen pizzas. «También tenemos un asador de pollos y cocinamos todo tipo de comidas criollas a petición del cliente», cuenta Héctor. Tan solo avisando con antelación, en este local de la avenida de Zamora es posible degustar desde roja vieja, el plato más conocido de la gastronomía cubana, a tostones o tamales. «La verdad es que los vecinos que se animan a probar estas elaboraciones se quedan encantados. Estamos felices con el barrio y con el cariño que nos demuestran», concede.
Dicen sus clientes que a Héctor la comida se le da de maravilla, pero por sorprendente que parezca, la de cocinar no es su profesión de vocación. «Yo era atleta. Formaba parte del equipo nacional de lucha olímpica en Cuba y la verdad es que tuve una carrera destacada. Llegué a ser campeón nacional e internacional», recuerda. Pero un accidente de moto le apartó para siempre del tatami. «Fue en 1990. Me lesioné en la pierna derecha de manera crónica y ya no pude volver a competir. Tras retirarme me dediqué a impartir clases de defensa en un gimnasio, para preparar a otros deportistas, y al mismo tiempo abrí las pizzerías», termina.