Los vecinos de un pueblo de Ourense se organizan para celebrar una fiesta en la que juntarse

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

ALEJANDRO CAMBA

La pequeña Celeste Lemos, de 11 años, ha sido la promotora de la cena popular que disfrutaron en Tarascón este viernes

26 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En la zona de Tarascón, un núcleo rural ourensano que está en la carretera de Vigo, la N-120, justo al pasar el colegio Albino Núñez, los vecinos son como una familia. «Vivimos nun lugar tranquilo, humilde e no que nos coñecemos todos», afirma Mary Carmen Pérez. Ella lleva viviendo en Tarascón más de quince años. De hecho allí nació su hija, Celeste Lemos, que ahora tiene 11 años. «Dende que nos mudamos para aquí a xente só nos demostrou afecto e familiaridade», añade. Precisamente por ese cariño compartido que se guardan y el sentimiento de comunidad que tienen, la pequeña Celeste no entendía por qué nunca se juntaban todos a hacer cosas. «Ela vía que en outros barrios ou pobos organizábanse actividades e festas e que aquí non, así que pediuno», dice su madre. Empezó convocando una chocolatada por Navidad. Se apuntaron sobre cuarenta personas y la reunión salió de maravilla. «Quedou tan ben e desfrutamos tanto que decidimos organizar algo para verán», dice Mary.

Ese día llegó este viernes. Tanto ella como Celeste se pusieron manos a la obra hace más de un mes. En la organización les ayudó otro vecino, Manolo Nóvoa. Los tres pensaron en todo: comida, bebida, infraestructura, decoración y hasta les quedó tiempo para asegurar algunas sorpresas. «Dividímonos as tareas e logo andivemos de almacén en almacén comprobando onde nos saía mellor mercar cada cousa», explica Mary. Lo que hicieron fue contratar a un pulpeiro que se encargó de toda la cena. Escogieron un menú a base de empanada, embutidos, lacón asado y, de plato principal, churrasco completo. También hubo postres: bica y tarta de manzana. No faltaron las bebidas y los chupitos para todos.

El objetivo era juntarse y por eso daba igual dónde, pero tratándose de una zona tan pequeña se las tuvieron que ingeniar incluso para encontrar el espacio adecuado. «Non hai local social nin plaza, por iso foi tan complicado atopar onde reunirnos. Tivemos a grandísima sorte de que uns veciños que viven en Bilbao cedéronnos a súa finca», confiesa Mary. Más de sesenta vecinos se juntaron a cenar en el jardín de Rosi y Luis. La comida se cocinó enfrente, en el aparcamiento de la casa de María y Berto. «Aquí as cousas son así. De feito os nenos xogan sempre na rúa con alguén que os vixila. É unha vida de aldea», explica. Después de comer tocó bailar. La disyóquey fue Celeste. «Estoy súper contenta de haber conseguido reunir a la mayoría de vecinos y lo que más me apetece es repetir el año que viene», termina la pequeña. Como colofón final, hubo fuegos artificiales.