La evolución de las joyerías en Ourense desde 1978: de las armas en el local a las «influencers»

OURENSE

La Asociación de Joyeros de la provincia se disuelve tras 45 años de actividad y dona sus fondos, 6.700 euros, a Cáritas
04 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La Asociación de Joyeros de Ourense pone fin a 45 años de trabajo, de consenso, de familiaridad y de muchos logros conseguidos gracias al esfuerzo conjunto y a la unión de los profesionales de este sector en la provincia. La disolución del colectivo llega a raíz de la creación del Colexio Oficial de Xoiaría de Galicia. «El número de asociados empezó a descender porque la actividad que hacíamos desde las dos entidades era muy similar, así que nos dimos cuenta de que éramos prescindibles. Lo sentimos mucho pero ya no tenía sentido nuestro trabajo», explica Paco Blanco (Ourense, 1939), presidente de la asociación ourensana desde su creación, en 1978. Tanto él como el secretario, Odilo Fernández (Ourense, 1967), acompañados de otros joyeros ourensanos estuvieron presentes en el acto organizado para donar a Cáritas los fondos de la asociación, 6.700 euros, que recogió la directora de Cáritas en Ourense, María Tabarés.

La asociación se disuelve, pero no la herencia de su trabajo, realizado durante más de cuatro décadas. Lo repasa el que fue su presidente todo este tiempo, un hombre que nació con el oficio en los genes. Su padre abrió la joyería Blanco en el año 1912, al lado de donde hoy está la librería La Viuda, en la calle Lamas Carvajal. Paco cogió el relevo y continuó el trabajo que comenzó su progenitor. Cerró el comercio para jubilarse, hace ahora quince años. «Cuando creamos el colectivo lo hicimos porque el gremio necesitaba respuestas. En aquel momento cambiaba el estilo político en el país con la llegada de la democracia y nosotros servíamos básicamente como medio de información: hablábamos sobre las nuevas leyes, de impuestos, de seguridad... de todo», rememora. «Nació como un organismo de agrupación muy familiar que funcionó muy bien», apunta Odilo, cuyo padre, también joyero, participó en la fundación de la asociación junto a Paco. En los años buenos llegaron a ser 75 asociados en la provincia de Ourense —antes de disolverse eran menos de cuarenta—. «Había muchísima unión y compañerismo entre nosotros, todos íbamos en la misma dirección. Acudíamos juntos a ferias internacionales y por san Eloy, nuestro patrón, celebrábamos una cena que no se perdía nadie», recuerda Odilo, que regenta El Cronómeto, en la rúa da Paz.
Desde la Asociación de Joyeros de Ourense alcanzaron varios logros en estos 45 años de actividad. Uno de ellos fue bajar el impuesto de lujo, que repartían entre los propios profesionales antes de que llegase el IVA. También lidiaron con las exigencias iniciales de seguridad. «Sacaron una ley que nos obligaba a implementar las mismas medidas prácticamente que los bancos (instalación de caja fuerte, acristalamiento especial, alarmas...) a todas las joyerías, sin tener en cuenta las características de cada una. Era igual si tú tenías un negocio enorme en el centro de la ciudad, que si tenías un pequeño mostrador en un pueblo», explica Odilo. «Luchamos para que cada uno decidiese si necesitaba o no esas medidas y lo conseguimos», añade Paco.
Los joyeros de Ourense debatieron también sobre el permiso de armas en sus negocios. «Antes era posible tenerlas en el comercio y la propia asociación podía determinar quiénes estaban capacitados para disponer de ellas y quiénes no», dice Odilo. «Recuerdo preguntarle a un compañero que quería tener una, si sería capaz de dispararla en el caso de que le entrasen a robar. Me contestó que no, así que no le concedí el permiso porque tenerla era un peligro en sí misma y el propio ladrón podía usarla para matarle. Esa era mi manera de razonar», dice Paco.
Desde la asociación trabajaron por hacer de su oficio uno más digno y mejor valorado. El mundo evolucionó, llegaron las épocas de vacas flacas, las franquicias de bisutería y luego la pandemia, que parece que ha devuelto un poco el valor por la belleza y la inmortalidad que aportan las joyas de calidad. «La gente ha vuelto a darse cuenta del valor intrínseco que tiene lo que hacemos, que prevalece de generación en generación, que son piezas que suponen una garantía y una herencia, además del recuerdo y la belleza que llevan consigo», explica Odilo, que lo ve diariamente en El Cronómetro. «Las joyas siempre fueron una inversión porque mañana hay cualquier contratiempo y se acaba el dinero en el banco pero todavía quedan esas piedras preciosas en casa, de las que se puede comer. Este valor se ha recuperado desde la pandemia también gracias a las influencers que saben de joyas y apuestan por los diseños clásicos y por las piedras de calidad con diseños discretos para el día a día y así se lo muestran a sus seguidores. Eso hace que la gente joven venga a la tienda sabiendo muchísimo y con las ideas claras», apunta. Admite que ya no estamos en épocas gloriosas para el sector, como lo fueron los ochenta o noventa, cuando los hábitos de vida eran otros, apenas se viajaba y el regalo especial por naturaleza eran las joyas. Pero no se queja, porque sabe que al final siempre hay una joya que conquista el corazón de cada uno y él y sus compañeros del sector siguen al pie del cañón en Ourense para hacerla realidad.