Este Primero de Mayo me tocó celebrarlo trabajando (otra vez). Acabé la mañana con una sobredosis de La Internacional ya que la unidad sindical sigue siendo una quimera. En la ciudad hubo tres manifestaciones, una de Comisiones Obreras y UGT, otra de la CIG y una más de la CUT y otras organizaciones como la CGT o la CNT.
Al menos en las dos primeras, que son a las que pude asistir en persona, el número de manifestantes era visiblemente menor que en anteriores convocatorias. Por lo que pude comentar con sindicalistas que llevan toda la vida celebrando el Primero de Mayo, esa escasa afluencia se puede explicar en varios factores, empezando por el hecho de que coincidiese en lunes. Muchos trabajadores alargaron el fin de semana, que además vino soleado e invitaba al ocio. Por otra parte, con un Gobierno de izquierdas es tradicionalmente más difícil movilizar a las bases y más si se tienen en cuenta los avances que ha habido en materia laboral en los últimos años, como la subida del salario mínimo.
Aún con todo, si las tres manifestaciones se hubiesen fundido en una sola no se habría visto la Praza Maior vacía en la protesta de la CIG salvo por la fila de pancartas que la rodeaba. Estaría llena, igual que la calle Curros Enríquez, por la que fácilmente podrían pasar los coches cuando terminaron allí su manifestación UGT y Comisiones Obreras. La acera de la parada de bus era suficiente para los asistentes que había. Entiendo que existen discrepancias entre las organizaciones sindicales. Y deben existir. Pero un día de unidad al año no estorbaría.