Uno de cada cien ourensanos colabora con la Cruz Roja

Fina Ulloa
FINA ULLOA OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Andrea, Edalyxi, Daniel y Cristina colaboran en distintos servicios de Cruz Roja en Ourense
Andrea, Edalyxi, Daniel y Cristina colaboran en distintos servicios de Cruz Roja en Ourense MIGUEL VILLAR

La edad media de los voluntarios es de 44 años. «Vine por no oxidarme mientras buscaba trabajo», asegura una de ellas

29 ene 2023 . Actualizado a las 20:19 h.

Según los datos provisionales que se dieron a conocer en la asamblea provincial, Cruz Roja de Ourense atendió el pasado año a 34.700 personas. Algunos recibieron ayudas puntuales para paliar situaciones urgentes pero la mayoría requirió de una atención más continuada que incluye desde itinerarios para la formación e inserción laboral al apoyo escolar para evitar la excusión pasando por la teleasistencia o el acompañamiento a mayores. Servicios que no se podrían llevar a cabo sin los voluntarios. En el registro de Cruz Roja hay 3.462 personas repartidas por toda la geografía provincial dispuestas a dedicar su tiempo libre a echar una mano. Eso implica que algo más del 1 % de la población ourensana colabora con la entidad.

Aunque no todos tienen la misma disponibilidad, su ayuda se extiende a todas las secciones, incluso a las que no implican ayuda directa al usuario pero son igualmente esenciales para que funcionen los servicios. Es el caso de quienes colaboran con el área de financiación y captación de fondos. De su capacidad de comunicación para transmitir al ciudadano la importancia de sus aportaciones depende que se puedan cubrir más o menos necesidades. Daniel Gómez Barreiros lo sabe bien porque esta ha sido una de sus tareas, aunque no la única. Ha pasado por proyectos de concienciación medioambiental y también estuvo, entre otras, en la campaña de recogida de juguetes. «Es un todoterreno y siempre está dispuesto a ayudar» dicen en el departamento de voluntariado. Él resta importancia a esa disponibilidad. «Tengo todo el tiempo del mundo porque podríamos decir que estoy jubilado», cuenta este ourensano de 37 años al que un problema de salud apartó de la vida laboral. «Conocía la entidad por mi hermana. Ella me animó y pensé que como ahora tengo tiempo era el momento de decidirme», relata. Asegura que hasta el momento ha disfrutado con todo lo que ha probado. «Aunque hay cosas que no puedo hacer por mi espalda, me resulta muy satisfactorio poder ayudar. Me llena a nivel personal. Y además aquí te lo ponen fácil porque está todo muy bien organizado», dice.

Él está por debajo de la media de edad del voluntariado de la entidad, que está ahora mismo en 44 años. Durante la pandemia se redujo de forma importante la participación de los más mayores, aunque los jubilados siguen siendo un pilar esencial de los recursos humanos de Cruz Roja ya que entre la población activa es más complejo encajar las obligaciones laborales y familiares. Los jóvenes llegan en un goteo constante, aunque su continuidad suele estar sujeta a altibajos porque muchos tienen que marcharse a estudiar o a trabajar fuera. Aún así hay servicios, como el de apoyo escolar, en el que la mitad de los voluntarios son jóvenes que aún no han concluido sus estudios.

En el grupo de jóvenes hay también un número importante de recién titulados. Andrea Álvarez es un ejemplo. Tiene 25 años y decidió entrar en Cruz Roja nada más terminar la carrera de criminología. Ahora está en el programa que la entidad desarrolla en la prisión de Pereiro orientado a la deshabituación de drogas. «Inicialmente vine por no oxidarme mientras buscaba trabajo. Y realmente estoy aprendiendo muchísimo, pero además me siento realizada. Veo que soy útil y que puedo aportar algo a otras personas», apunta esta joven que dedica dos mañanas semanales a esa tarea.

Otro dato destacable en el voluntariado ourensano de Cruz Roja es el porcentaje de extranjeros. Hay más de 600. Algunos fueron antes beneficiarios de la entidad y deciden echar una mano para ayudar a otros. Hay brasileños, cubanos, argentinos y, sobre todo, venezolanos. En concreto 295 proceden de ese país. «Es también una forma de agradecer la acogida», dice Edalyxi Pérez. Ella tiene 22 años y es la más joven de una familia con cuatro colaboradores activos. «Incluso mi abuela está ayudando en el área de mayores y tengo también dos primos.Mi madre tuvo que dejarlo porque ahora no puede por el horario del trabajo», relata. Aún así asegura que eso no la condicionó. «Yo ya estaba en grupos Scouts en Venezuela y realmente esto me gusta, llena», cuenta.

La entidad necesita más ayuda para apoyo escolar y acompañamiento de mayores

La distribución de las tareas entre los voluntarios tiene en cuenta la disponibilidad de tiempo y también las preferencias de las personas que deciden ayudar. En la entidad dicen que nunca sobran manos. Sin embargo hay departamentos donde las nuevas incorporaciones se reciben con especial alegría. En provincia, por ejemplo, se necesita gente para apoyo escolar y para el servicio de acompañamiento de mayores a consultas médicas. En la ciudad vendría bien conseguir refuerzos en el área de empleo y en el programa de infancia hospitalizada. Cristina Lorenzo Valado (40 años) es una de las voluntarias que se desplaza al CHUO para hacer más llevadera la estancia de los pequeños en el centro sanitario. Esta profesora cuenta que su primer contacto con la entidad fue cuando realizaba las prácticas de monitora de ocio y tiempo libre en el año 2020. «Me gustó lo que vi y decidí continuar como voluntaria. Aquí tienen muchos proyectos muy interesantes», explica. Ella dedica dos días de la semana a la Cruz Roja ya que, además de su labor en la ciberaula del hospital está colaborando en el programa de asilo, dando clases de español a los ucranianos que llegaron refugiados. «Hasta ahora todo me ha gustado y que esos niños con los que estuviste, se acuerden de ti y pasen a saludarte cuando vienen a consulta, es muy gratificante», dice.