Voluntarios del Banco de Alimentos: «El mejor sueldo es saber que ayudas a paliar situaciones muy difíciles»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

La entidad repartió en Ourense cerca de un millón de kilos de productos durante el pasado año

14 ene 2023 . Actualizado a las 08:14 h.

El 2022 no fue un año fácil para el Banco de Alimentos de Ourense. La entidad manejó 978.000 kilos de productos y aunque la cifra parece importante, hubo momentos en los que las reservas del almacén se redujeron al mínimo. La principal razón fue una merma en la entrada de donaciones debido al empeoramiento de la situación económica, tanto por parte de los vecinos que hacen aportaciones a nivel particular en las distintas campañas que se organizan, como de empresas que suelen también colaborar. Con todo, en el banco siempre se hace bueno eso de que «Dios aprieta pero no ahoga» y en el tramo final del año las reservas volvieron a reponerse gracias a las aportaciones recibidas tanto en las campañas locales que se organizan cuando se acerca la época navideña como en la Gran Recogida.

Tras un 2021 bastante flojo, el pasado ejercicio esa iniciativa que se desarrolla simultáneamente en toda España recuperó los datos previos al covid. «Aún estamos con el recuento, pero calculamos que se han recogido cerca de 32.000 kilos, además de casi 36.000 euros», apunta la coordinadora, Natalia González Valencia. Pero además están las campañas locales que desde hace años organizan colectivos y empresas como Coren, el campus universitario de Ourense, el INSS, asociaciones vecinales de la ciudad o las de mujeres rurales de Entrimo y Lobios. También el Inorde, que acaba de entregar seis mil kilos de patatas, o la Fundación Florencio Álvarez, que envasó para la entidad dos mil kilos de café.

En conjunto, el pasado año entraron cerca de 280.000 kilos de alimentos en los almacenes del banco y salieron casi 250.000, procedentes de esas donaciones en productos y de las compras realizadas con las aportaciones en dinero. «A nosotros nos beneficia mucho el tema de la donación en caja porque muchas cadenas nos dan la posibilidad de poder canjear el saldo a lo largo del año, lo que nos permite ir cubriendo las necesidades que tenemos en cada momento en el almacén de aquellos artículos en los que la gente piensa menos a la hora de hacer su donación. Además nos ayuda a resolver el problema de las fechas de consumo preferente en cosas tan importantes como la leche», aclara esta responsable de gestión de la entidad. Reconoce que existe cierta reticencia a la hora de inclinarse por esa fórmula de hacer el donativo económico y pide que no se desconfíe. «Que no tengan dudas porque sí nos beneficiamos de ese donativo aunque nosotros nunca llegamos a tocar el dinero. Queda registrado en la contabilidad del supermercado, al cliente se le da el tique justificante, que por cierto le sirve para solicitar el certificado de deducción fiscal, y a nosotros se nos informa del saldo y con cargo a esa cantidad vamos haciendo las compras», explica.

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Pero además de lo procedente de las campañas de captación directa, el banco recibió y repartió en el pasado ejercicio 340.000 kilos de frutas y hortalizas procedentes del plan del fondo agrario europeo, a los que hay que sumar otros 292.000 kilos de alimentos no perecederos procedentes también del FEAD, el fondo de ayuda europea para los más necesitados. Además la entidad tiene en marcha también el proyecto de recuperación de excedentes para evitar el despilfarro de alimentos. El pasado año movilizaron 65.000 kilos de producto que recogen diariamente a primera hora de la mañana en varias cadenas de supermercados, como Vegalsa-Eroski, Mercadona y Carrefour.

El tratamiento de estos productos sigue una línea diferente y se clasifican y distribuyen también a diario. Se entregan a las entidades colaboradoras que mejor se ajustan por la cantidad o tipo de producto que haya en cada ocasión para darles la mejor salida porque, además de artículos no perecederos que tienen algún tipo de tara o defecto en el envasado, hay también producto fresco. En ese último capítulo, la organizadora destaca la calidad de lo que reciben. «No podemos más que dar las gracias al trabajo que hacen desde Mercadona y Eroski porque es una maravilla. Nos dan carne, pescado, verdura, fruta o yogures cumpliendo unas normas de trazabilidad que garantizan que el alimento sigue siendo apto. Ojalá hubiera más cadenas que se sumaran a esa recogida de fresco», dice la responsable de gestión del banco.

Para el Banco de Alimentos de Ourense también es muy importante lo que reciben a través de entidades tanto privadas como públicas de manera estable. Entre las primeras están las aportaciones que la Fundación La Caixa, Estrella Galicia o Afundación hacen a través de la federación nacional Fesbal, que luego reparte entre los bancos locales. También supone un alivio el colchón de las subvenciones que reciben de instituciones como la Diputación y el Concello de Ourense. «Gracias a ellos vamos tirando», dice Natalia, que recuerda que, aunque quienes allí trabajan lo hacen de manera altruista, la entidad necesita cubrir gastos fijos para funcionar. «Nosotros no disponemos, como otros bancos de alimentos, de un local cedido o en propiedad. En nuestro caso tenemos que pagar el alquiler, que son dos mil euros al mes», apunta la encargada de la gestión. Pero este no es el único gasto fijo. También están el combustible, el mantenimiento y los seguros de las tres furgonetas que tienen, así como los de la propia nave en la que hay que afrontar los costes de luz, agua o el pago del servicio de alarma o los extintores. También hay gastos de vestuario y calzado para los voluntarios. «Tenemos que cumplir una normativa concreta de prevención de riesgos laborales», cuentan en la entidad.

Ahora mismo hay seis personas que trabajan a diario para hacer funcionar un engranaje que va desde la recogida, recepción, clasificación y gestión de los productos hasta su reparto a las entidades colaboradoras que son quienes entregan los alimentos al destinatario final. La mayoría son jubilados o parados de larga duración y dedican al BAO entre cuatro y seis horas diarias. «Aunque es un trabajo, porque requiere su esfuerzo, y en ocasiones es estresante y agobiante, yo me considero bien pagada. Para mí y para mis compañeros el mejor sueldo es saber que estás ayudando a paliar situaciones muy difíciles, de personas que lo están pasando muy mal. Ver hoy la nave llena es para nosotros una satisfacción. Sabemos que gracias a ese trabajo nuestro esto lo van a recibir personas en situaciones muy tristes», resume González Valencia, que recuerda que ellos no le ven la cara al beneficiario final.

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Seis mil vecinos de la provincia se beneficiaron de la ayuda gestionada por la entidad

El Banco de Alimentos cerró el pasado año con seis mil beneficiarios repartidos en cerca de dos mil familias en toda la provincia a los que se les hizo llegar la ayuda a través de 72 entidades colaboradoras. De ellos, 780 eran niños de entre 3 y 16 años y otros 180, lactantes. Según los registros históricos, las cifras no suponen grandes oscilaciones con respecto a ejercicios precedentes. «Siempre hemos estado oscilando entre 5.800 y 6.300, aunque es habitual que se produzcan picos», relata Natalia, que recuerda que en enero del pasado año el listado de destinatarios de ayudas estaba en 6.500 y apunta que también se notaron incrementos en verano. «Hubo parroquias en las que subió mucho por la llegada de migrantes, como ocurrió en Covandonga con personas procedentes de Venezuela; pero son oscilaciones normales, como los descensos que se registraron en algunas localidades justo por el motivo contrario, porque hubo gente que decidió irse buscando mejores condiciones en otro lugar», ejemplifica. También el comedor social o residencias de ancianos desamparados, a los que se suministran productos desde el banco de alimentos, influyen en esas variaciones.

Llamamiento a los jóvenes

En el Banco de Alimentos de Ourense están preocupados porque la lista de voluntarios ocasionales, aquellos que se suman a la tarea en las campañas puntuales como Gran Recogida y operaciones kilo que organizan las cadenas de alimentación, está envejeciendo. «En Ourense nos falta voluntariado joven y nos gustaría que se animasen a anotarse. La mayoría de los que tenemos en la lista llevan muchísimos años y ya eran mayores cuando empezaron. Obviamente los achaques de salud van limitando su participación, aparte de los que se van», apunta la coordinadora.