Aunque la operación llevaba tiempo gestándose, la designación de Francisco Rodríguez como candidato del PSOE a la alcaldía de Ourense fue el pasado viernes una sorpresa para la inmensa mayoría de los militantes socialistas de la ciudad. Ya ha pasado, por lo tanto, el tiempo suficiente para enterarse y hacerse a la idea, pero llama la atención el silencio generalizado. Exceptuando a los más forofos de Onosopaco, su designación no ha provocado una espectacular ola de ilusión a nivel interno. La suspensión de las primarias en un partido que defiende a capa y espada la participación de la militancia ha sido acogida con cierto malestar y hay muchos que no se lo explican porque creen que nadie se habría enfrentado a todo un exalcalde como Francisco Rodríguez.
Por otra parte, aunque la dirección popular se esforzó en escenificar un respaldo sin fisuras para el exregidor Manuel Cabezas, su designación como candidato tampoco convence a una parte de la militancia. Parece obvio, por lo tanto, que ambos partidos han optado por soluciones que, aunque no generan una ilusión desbordante a nivel interno, tampoco provocan un rechazo problemático entre sus respectivas bases. Se han fijado más, de hecho, en la buena valoración que tanto Rodríguez como Cabezas tienen entre los ciudadanos, una consideración que basan en los estudios demoscópicos de los que disponen.
Sin embargo, no debe despreciarse el papel clave de la militancia en ganar voto a voto. Movilizar a las bases es fundamental y no parecen estar demasiado ilusionadas.