La abogacía ourensana se reivindica: «Esta es una profesión que engancha»

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Miguel Villar

El colegio reconoció a los veteranos y dio la bienvenida a seis nuevos letrados

11 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lourdes Carballo Pérez (Vilamarín, 1971) ejerce la abogacía desde 1995. La letrada, con despacho en la capital, forma parte del grupo de profesionales que este jueves recibieron la insignia de plata del Colexio da Avogacía de Ourense por tener acreditados 25 años de experiencia en un ámbito que, ella misma lo asegura, «ha cambiado mucho en todos estos años, como lo ha hecho la sociedad».

Llegó este ámbito «un poco de rebote», lo admite, pero enseguida supo que había acertado y que nunca daría un paso atrás. «Esta profesión engancha, te arrastra una vez que te metes», asegura sobre un trabajo del que destaca su parte social. «Es una labor dura, y cada vez más, pero compensa el hecho de que ayudas a la gente», explica. «Nuestro trabajo implica muchas horas, esfuerzo y tiempo que a veces no se ve recompensado, pero cuando un caso sale bien, es un gran subidón».

Colegiada con el número 898 y especializada en casos de tráfico, ha vivido la completa transformación de la justicia, que ahora persigue el papel cero y la digitalización total, pero echa en falta lo que implicaba que hubiera que ir a las oficinas judiciales para todo. «Cuando los juzgados estaban en Concepción Arenal entrabas en el edificio y veías a todo el mundo, para bien y para mal. Ese trato humano era una parte maravillosa que se ha perdido. Ahora en el edificio de O Couto a los funcionarios ya no los vemos; solo vamos para asistir a los juicios y yo echo mucho en falta esa interacción, sobre todo a raíz de la pandemia» asegura. «Las tecnologías nos ayudan, pero han deshumanizado la profesión», matiza.

Firme defensora del turno de oficio, asegura que esta parte su trabajo es, salvo contadas excepciones, muy agradecida. «No es una cuestión económica, sino de responsabilidad. A mí no me parece que el servicio esté mal pagado; si estás ahí es porque quieres, aunque es cierto que a veces hay que echarle muchas horas. Te encuentras con gente que reconoce lo que haces por ella y eso lo recompensa todo».

 La jornada del jueves fue un día de reivindicación y de fiesta para los abogados de la provincia, que se reunieron en la sede del colegio para celebrar a San Martiño, su patrón. Fue una convocatoria para reconocer la experiencia de 25 veteranos. María Elisa Taboada, Rafael Vallés, Rocío del Alba Castro, María del Pilar Cortiñas, María Sergia Suárez, Lucila Vázquez-Gulías, Rosa Elvira Cuquejo, Juan Carlos González, Estefanía Lama, Manuel Rodríguez, José Antonio Fernández, Aurora Ana García, Josefa González, Juan José Vázquez, Manuel Benito Conde, Jorge Antonio Encinas, Carlos Pérez, Juan Manuel Rivero, Miguel Ángel Quiroga, Eduardo Sánchez, Natalia  González, Rebeca González-Tejada, Luis González y Alberto Novoa fueron los galardonados, además de Lourdes Carballo.

Ellos y ellas son el futuro

Pero la jornada también sirvió para dar la bienvenida a los nuevos colegiados, a los que representan el futuro. Entre ellos está Gabriel Guntín Garrido (Ourense, 1997), que siempre quiso estudiar Derecho, aunque lo de ser letrado no lo tuvo claro hasta que empezó el grado en el campus provincial. «Enseguida me di cuenta de que me gustaba y la única opción que valoré fue la de ejercer la abogacía. El Derecho es muy interesante, no solo para la profesión, sino para el día a día», asegura este letrado que se licenció en el año 2020, en plena pandemia, y luego cursó el máster. Empezó a hacer las prácticas del posgrado en el bufete Salgado Carbajales de la capital, en que seguirá de momento.

La primera vez que se puso una toga fue hace dos semanas. Nunca olvidará ese día. «Fue una mezcla de nervios y mucha emoción», asegura. «Es algo que durante la carrera no ves y admito que estaba muy ansioso, pero ya una vez que entré en la sala de vistas los nervios desaparecieron; hay que olvidarse de todo, concentrarse en el caso que tienes entre manos y sacar al abogado que lleva uno dentro», recomienda.

Y aunque en esta corta experiencia laboral ya se ha dado cuenta de que le gustan las especialidades de penal y laboral, por ahora prefiere seguir tocando todos los palos, para conocer la profesión a fondo. Es un paso necesario, advierte, porque el grado no permite a los alumnos conocer el verdadero día a día. «La experiencia de las prácticas es buena, pero en la carrera no ves lo que es el mundo real de la justicia, es demasiado teórica», lamenta. A él no le decepcionó lo que se encontró en los juzgados. «Era lo que yo me esperaba; no se alejaba la realidad de la idea que yo tenía. Fue muy chulo», asegura.

Ahora Gabriel se siente «arropado» por trabajar bajo un paraguas y, aunque es consciente de que volar solo será duro, no teme ese momento. «Sé que habrá incertidumbre, pero hay que echarle ilusión e ir avanzando poco a poco», afirma. Y pone en valor a quienes, como él, pelean por abrirse camino. «Creo que hay que quitarse la idea de que el abogado joven sabe menos; estamos igual de capacitados que los que llevan años ejerciendo; nos hemos formado muchísimo y esto nos aporta algo que hace años no se tenía», puntualiza.

Además de Gabriel, juraron o prometieron el ejercicio de la profesión otros cinco jóvenes letrados. Fueron Marcos Vázquez Blanco, Ana Isabel González Fernández, Ana Asensio Bravo, Alejandro Dopereiro Domínguez y Alejandro Naveiras Cernadas.

Tras las entrega de insignias, el abogado Abelardo Vázquez Conde, colegiado desde 1983, protagonizó una conferencia con el título «Vivir a avogacía».