«Aprendimos todo lo que sabemos de la vida y de la hostelería de nuestro padres»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

José y Julia se hicieron cargo del bar Praza en 1986 y hoy lo regentan sus hijos

10 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

José Cougil Castiñeiras y Julia Trigos Villar son naturales de Cartelle, pasaron parte de juventud en Suiza y acabaron por crear una familia en la capital ourensana. Tienen 87 y 82 años y en 1986 se hicieron cargo del bar Praza, en los bajos de la Alameda de la capital ourensana, que ahora regentan sus hijos Sol y Óscar.

José y Julia vivieron 17 y 13 años, respectivamente, en la emigración. Solo una razón les hizo volver en 1977. «Cuando nuestro hijo Sol cumplió 9 años pensé que o nos volvíamos a Ourense o no lo haríamos nunca, ya que los niños crecerían y empezarían a estudiar y a hacer su vida allí», relata Julia. El regreso no fue fácil. «Los primeros años nos arrepentimos, porque nosotros teníamos una vida hecha, teníamos trabajo», añade. Al llegar, y ante la falta de empleo, José —que había trabajado de cocinero en Suiza— se formó como camarero. «No encontraba nada, pero salió un curso para servir mesas en el que nos pagaban 12.000 pesetas», recuerda.

Así, en 1982 decidieron abrir su primera cafetería. Con el dinero ahorrado compraron un bajo en unas galerías de la avenida de la Habana. Allí montaron la cafetería Couxil. El trabajo de José y Julia era constante, mientas sus hijos Sol y Oscar empezaban a corretear entre la barra y las mesas. Son sus primeros recuerdos de niños. Cuatro años después decidieron abandonar esta ubicación. «Fueron años muy bonitos. Pero el bar estaba en una galería y al final los que entraban eran los clientes fijos, los que nos conocían. Dábamos cafés y algún pincho, pero llegó un momento en que decidimos cambiar. Lo vendimos todo y traspasamos», explica el matrimonio.

En 1986 dieron un cambio a sus vidas. «Habíamos apalabrado un bajo en la avenida de Zamora para poner otra cafetería que no nos convencía demasiado y de repente nos contaron que se traspasaba el de la praza de Abastos. Ni lo pensamos», relata Julia. Tuvieron que reformar el local y comenzaron una nueva etapa.

En aquellos años, esa zona de la capital era un hervidero. No solo el referente para los ourensanos, sino para los que venían autobuses de otros pueblos tanto a comprar como a vender sus productos en el rianxo, relatan. «El bar siempre estaba lleno. Salías cinco minutos a la puerta y ya había 20 personas esperando en la barra. Trabajábamos todos los días de la semana de seis de la mañana a ocho de la tarde», recuerda José. Por aquel entonces no había grandes supermercados en la ciudad y la actividad económica se centraba en esta zona. Con 19 años, su hijo Sol decidió unirse a sus padres. Mientras les echaba una mano se hizo con la cantina del interior de la praza de Abastos. «Al mayor le gustaba el bar y se quedó», dice José. Sol lo explica de otra manera: «Cuando me di cuenta ya estaba trabajando, metido en el negocio».

Hoy, junto a su hermano Óscar, —y tras la jubilación de sus padres— están al frente del bar Praza. «De mis padres destacaría la constancia. No miraban tanto las horas de trabajo como nosotros, que queremos hacer nuestra vida más allá del bar. Ellos tenían aquí su vida, era otra forma de pensar», dice Sol. El hijo mayor vivió junto a sus padres los años dorados de la praza de Abastos: «No volverán más».

Cuando a Óscar se le pregunta por sus primeros recuerdos en el bar, dice que tenía ocho años y correteaba entre sus padres y su hermano. «Aprendimos todo lo que sabemos de hostelería de ellos. Y también de la vida», dice. Destaca, al igual que Sol, la dedicación contante de sus padres. «Era casi inhumano, trabajaban de lunes a domingo. Ojalá pudiéramos hacer nosotros la mitad. Ahora el ritmo es diferente. Recuerdo que antes giraba todo en torno a la plaza», añade.

Aunque José y Julia ya están jubilados, visitan todos los días a sus hijos. «Lo bueno es que ahora al salir de casa ya sé donde tengo que ir, a ver a mis hijos al bar», dice entre risas José. Intentan no intervenir demasiado, aunque a veces les resulta imposible. «Si vemos algo, se lo decimos, aunque ahora ya son mayorcitos y saben lo que tienen que hacer. Solo son pequeños consejos», dice Julia.

«Siempre digo que este trabajo es como estar en prisión sin tener condena»

La vida de un hostelero nunca es fácil, como afirma la familia Cougil Trigos. En su caso, los padres hablan de la esclavitud de las horas y los hijos de un negocio al que las trabas administrativas y el aumento de los gastos ahogan. «Siempre digo que este trabajo es como estar en prisión sin tener condena», afirma José Cougil.

No son amigos de dar consejos a presentes y futuros hosteleros, pero Julia afirma: «Lo más importante es hacer lo que a uno le guste, porque será durante muchos años. Sabemos que los tiempos han cambiado y ahora no se trabaja de la misma manera que lo hacíamos nosotros». Los hijos, Sol y Óscar, hablan de los problemas actuales de la hostelería. «No nos podemos quejar, pero ahora con la subida de gastos y demás tienes que trabajar el triple que antes para llegar a lo mismo. Ese es el problema de hoy en día», explica Óscar. De momento, el bar Praza sigue abierto, sobreviviendo a una calle que ha ido poco a poco perdiendo su esplendor.

Quiénes son. José Cougil Castiñeiras (87 años) y Julia Trigos Villar (82 años), ambos naturales de Cartelle, llegaron en 1986 al bar Praza, cogiendo un traspaso. Su hijo Sol, de 53 años, fue el primero en unirse al negocio. Óscar, de 47, cogió las riendas junto a su hermano años después. El matrimonio vivió durante más de un década en Suiza y en 1977 decidió volver. Su primer negocio en Ourense fue bar Couxil, ubicado en unas galerías de la avenida de la Habana.