Antón Parente: «El hockey es el eje de mi vida pero tengo muchas inquietudes»

OURENSE

Parente, en Mariñamansa
Parente, en Mariñamansa MIGUEL VILLAR

El ourensano deja el Club de Campo y acaba de fichar por el Tenis de Santander

05 sep 2022 . Actualizado a las 11:41 h.

El ourensano Antón Parente todavía no ha cumplido treinta años y ya tiene una carrera deportiva con la que pensar en jubilarse. Descubrió el hockey por imitación y con solo siete años. «Mi prima Úrsula jugaba y supongo que yo quería hacer lo mismo que hiciese ella», admite. En su colegio, el actual Mestre Vide, lo daban como clase extraescolar y se apuntó animado por Roberto Oliveira, hoy en día entrenador del Barrocás y una figura clave en la carrera del ourensano. «Es mucho más que un entrenador, siempre he sentido su apoyo y su exigencia», dice el jugador de hockey. Mientras todos los niños querían destacar en el fútbol, Antón se divertía jugando con los sticks. Quizá por eso, porque le hacía feliz, su evolución fue rápida y progresiva. Creció con fuerza dentro del Barrocás, el equipo de su corazón, donde jugó hasta los 19 años, cuando fichó por el madrileño Club de Campo. «El Barrocás me inculcó la cultura de jugar para pasármelo bien. Hicimos un equipo más allá del campo y de hecho algunos de mis mejores amigos salieron de esa etapa», manifiesta. Pero antes del Club de Campo, en plena adolescencia, concretamente en el 2008, le llamaron para ir a la Selección Española Sub 16. «Fuimos a un Cuatro Naciones a Sevilla y ganamos. Fue una experiencia increíble», recuerda. Lo que no sabía es que de ahí saldrían otras, algunas de las más importantes de su carrera. Tras esa competición le ofrecieron una beca para irse al Centro de Alto Rendimiento de Madrid. «Entrenaba con la federación pero seguía jugando con el Barrocás y cada fin de semana viajaba al punto de España donde jugásemos», dice. Dar el salto a una formación así de exigente no fue sencillo y menos si hablamos de un chaval en plena adolescencia. «Sabía que me estaban ofreciendo algo importante y, aunque por supuesto me imponía muchísimo todo ese cambio de vida, lo vi desde el principio como una oportunidad», admite. Y se lanzó, animado por Oliveira y por su familia.

En el CAR de Madrid compartió profesores y mentores con Ana Peleteiro o Carolina Marín; y trabajó junto a campeones como Chema Martínez, Reyes Estévez o Lydia Valentín. Compaginó su formación deportiva con la académica. «Tenía clases y entrenamientos de lunes a jueves y los fines de semana competía. Pero lo mío era llevadero. Al final tenía dos horas de físico por la mañana y dos de hockey por la tarde. No era tanto, si lo comparamos con disciplinas como gimnasia o natación que requieren de un compromiso de muchas más horas al día», explica el ourensano. «Lo más duro para mí fue tener que sacrificar muchos momentos de mi vida personal. Al final estaba lejos de casa y de mis amigos a una edad muy determinante», confiesa. Pero Antón nunca renunció a sus amigos, es más, los fue creando allá donde iba, aunque en Ourense tiene algunos que son prácticamente familia. «Tengo un vínculo muy fuerte con ellos y son una parte muy importante de mi vida. Nos conocemos desde los tres años así que imagínate», explica. «Y luego está el grupo del hockey. Donde también tengo grandísimos amigos. Al final en este deporte se hace familia», añade.

Antón dice que él nunca se ha definido solo por el hockey. «Es mi deporte y creo que es el eje sobre el que ha girado mi vida, pero tengo muchas otras inquietudes que desde siempre me he preocupado por alimentar», comenta. Entre ellas está su carrera de Ingeniería en Diseño Industrial. Mientras estudiaba participó en un Europeo en Holanda y jugó durante un mes en un Mundial en la India. Ahí, en el segundo año en la Universidad, se acabó su estancia en el Centro de Alto Rendimiento y fichó por el Club de Campo. «Fantaseé muchas veces con jugar en este equipo así que fue muy emocionante cuando me llamaron», confiesa. Tenía 19 años y competía en la Sub 21. En esa primera etapa, porque hubo dos, pasó cinco años compitiendo con los madrileños, hasta que su culo inquieto le arrastró hacia un cambio. «Quería vivir una experiencia fuera y obligarme a empezar de cero, sin conocer a nadie», cuenta. Se fue al Holcombe de Rochester y allí peleó cada liga hasta que llegó el covid y se paró la temporada. «Todos estos cambios me han abierto la mente y me han hecho ser quien soy. Me encanta conocer gente y descubrir lugares y culturas distintas a la mía», afirma.

No todo es salir al extranjero, a Antón también le gusta volver. La pandemia le hizo darse cuenta de que necesitaba un tiempo en casa y su empresa, en la que todavía trabaja, una multinacional de impresión 3D, le permitió hacerlo de forma telemática. Después de unos meses en Ourense jugando con el Barrocás, volvió a la capital y al Club de Campo, y una temporada después se marcha de nuevo. El jugador de hockey ourensano acaba de fichar por el Tenis de Santander. «Creo que es un proyecto muy bueno y por eso he querido formar parte de él. Aquí tengo grandes amigos. De hecho estuve a punto de fichar por el Tenis hace diez años», comenta. En la vida todo vuelve. «Mi objetivo es disfrutar, dar lo mejor de mí y, por supuesto, vivir una nueva experiencia personal en una de las ciudades españolas que más me gustan», apunta. ¿Puede que sea su última experiencia como profesional del deporte? «Puede que sí. No pienso en retirarme pero es cierto que, al fin y al cabo, tengo dos trabajos que compagino —el hockey y la ingeniería— y no es fácil. Hace falta mucha motivación para entrenar sin parar, luego ir al gimnasio por mi cuenta, terminar los proyectos de la empresa y además sacar tiempo para cocinar o tomar algo con un amigo», explica. En ese área, en la de su vida personal ha renunciado a mucho. Lo sabe, pero no se arrepiente. «Cuando juego al hockey todo se compensa. Dejo de pensar y solo existen el palo y la bola. Es una sensación que no puedo explicar y que solo consigo en el campo. Supongo que mi vida, como todas, tiene cosas buenas y cosas malas», aclara.

Ha pasado por tres equipos nacionales y uno extranjero de hockey hierba. Jugó en la Selección Española Sub 16, Sub 18 y Sub 21; tres copas de Europa, tres Cuatro Naciones y un Mundial. Y el deporte le ha permitido disfrutar de una de sus grandes pasiones: viajar. Antón se ha recorrido países como la India y conoce muy bien Bélgica, Holanda, Francia o Inglaterra, entre muchos otros. «Conocer lugares nuevos que te permiten profundizar en personas nuevas es algo que nos hace mejores, más abiertos, más empáticos... Me encanta», confiesa. Es un melómano empedernido que nunca dice que no a un plan de concierto o de cine y también disfruta como un niño en el Bernabéu. «Sí, me gusta muchísimo el fútbol. Pero cualquier deporte en general», dice. Lo único que añadiría a su vida es tiempo. «Para mí, para mi familia, para entrenar el doble... », termina.