«Deunos tempo a coller aos meus pais, á miña sogra, os medicamentos e marchamos co posto»

María Cobas Vázquez
María Cobas O BARCO

OURENSE

Vecinos de Alixo, en O Barco de Valdeorras, relatan cómo vivieron la llegada de las llamas y los daños que han sufrido sus viviendas

24 oct 2022 . Actualizado a las 16:49 h.

Son las casas de Rosa, de Reme, de Ana, de Raquel, de Magín, de los padres de Rosario, de los abuelos de Ermitas, la casa de la familia de Enrique. Algunas eran viviendas de vacaciones, otras de fin de semana y algunas más de temporadas. Al menos una estaba en fase de rehabilitación. Ya solo quedan ruinas después de que el fuerte viento, que se levantó el domingo a las tres de la tarde, hiciese cambiar la dirección del incendio forestal iniciado el pasado jueves en Riodolas (Carballeda de Valdeorras). Las llamas, que se veían lejanas, estaban encima de la parroquia de Alixo, en O Barco de Valdeorras de repente. Lo cuenta todavía con el susto en el cuerpo Ermitas Álvarez. Nacida en Alixo, aunque residente el casco urbano barquense, estaba en casa de sus padres cuando el cielo empezó a cambiar de color. Una gran nube negra lo fue invadiendo todo y aquellas llamas que se veían en el horizonte, estaban de repente encima de las casas. «En media hora, estaba na porta da casa», relata Ermitas. «Deunos tempo a coller aos meus pais, á miña sogra, os medicamentos e a documentación e marchamos co posto», cuenta emocionada mientras recorre las calles de la aldea y señala lo que queda de lo que fue la casa de sus abuelos o la bodega de sus suegros. Relata que fue un momento delicado cuando tuvo que decirle a sus padres que se iban, que no mirasen atrás. «E ver que chamas a todos lados e non veñen medios para apagar é moi duro», relata Ermitas. La casa de sus padres apenas sufrió daños en un lateral de un anexo, pero la de sus abuelos, que estaba deshabitada, ha quedado reducida a escombros. «En total, quince casas habitables quedaron desfeitas, arrasou con todo», se lamenta Gustavo Núñez, el pedáneo de Alixo. «E estaba limpo, que non sei cantas hectáreas desbrocei por aí arriba hai uns días», dice. Y añade: «Pero aínda así mira todo o que fixo». Eso sí, cree que el pueblo ardió porque nadie se preocupó de él. «Empezou a arder a primeira casa, chegou o helicóptero e en vez de botarlle toda a auga enriba, marchou para o monte. E despois marcharon os bombeiros», se lamenta.

La falta de medios para apagar el incendio está en boca de los vecinos en la mañana de este lunes. «Todos temos un pouco de culpa. Habería que ter un protocolo máis extremo. Que tiña que estar todo un pouco máis limpo, tamén pode ser. Todos tiñamos que colaborar un pouco, pero se nos deixaran quedar un poco teríamos salvado todas as casas -apunta Ermitas- porque dixéronnos que marcháramos que iba arder o pobo». Y añade: «Quixemos quedar, pero era un fume que te afogaba e un calor que non se aguantaba». Es el relato que más se repite, el lamento de haber hecho caso a las fuerzas de seguridad y abandonado la aldea. Lo cuenta también Marga Pizcueta, vecina de Alixo y concejala de Cultura. Ella se fue nada más acercarse las llamas junto a sus hijas, que todavía tienen el miedo en el cuerpo tras el gran incendio que afectó a la aldea hace diez años. Así que en cuanto se acercó el fuego quisieron marcharse. Su marido también se fue, pero acabó volviendo. «Seguramente foi o que salvou a casa, porque todo por debaixo está calcinado e a nós só nos ardeu unha pequena parte do corredor, pero nada comparado coa mala sorte que tivo esta xente. Se me din que o lume vai afectar a estas casas pensaría que eu quedaría sen a miña. Foi moi raro, non se sabe por onde veu o lume. Seguramente algunha charamisca que veu e caeu nun louxado», relata. «Carlos, outro veciño, conseguiu salvar outra barriada», añade. Insiste en la falta de medios de extinción, ya que en un primer momento había solo dos bomberos en Alixo, que no daban abasto porque había dos focos importantes en viviendas. Y podía haber sido peor. «Menos mal que nos puxemos tamén un pouco bravos, porque pola noite nos querían deixar sen efectivos. Estabamos sen auga e sen luz e todo ardendo», relata. A estas horas, las viviendas siguen sin agua de la traída ni luz eléctrica. Y no se sabe cuándo podrán recuperar la normalidad. «Agora mesmo isto non é habitable», relata Pizcueta.

Los vecinos se lamentan de no haberse quedado, pero el peligro estaba ahí y se tomó la decisión más prudente. «La situación fue tan grave y tan rápido todo que también el riesgo fue muy grande», dice el alcalde, Alfredo García. Y añade: «Evidentemente si se hubiesen quedado habrían ardido menos casas, pero podría haber pasado algo. Y si muere alguien, ¿qué?». Porque como enfatiza, el alto calor generado en el incendio hizo estallar una bombona de butano que había en el interior de una casa. «Ante esa situación es mejor ser prudentes», remarca, dando su apoyo a la decisión adoptada desde el puesto de mando instalado en la Casa Grande de Viloira.

Rosa Docampo no puede contener las lágrimas a las puertas de la casa en la que nació y en la que pasaba largas temporadas. De hecho, el domingo estaba con la familia en Alixo. «Mandáronos saír depresa e non poidemos coller nada, saímos co posto, cos medicamentos e nada máis», relata la mujer. Se fue con su marido y su hija. Lamenta haber perdido la casa, pero sobre todo los recuerdos. «Perdémolo todo, todos os recordos. Iso é o peor, porque non se pode recuperar. Había os cadros dos meus e os meus sogros, os mobles vellos que restaurara a miña filla... todo», cuenta sollozando.

El ambiente sigue irrespirable por la presencia de ceniza en el aire, fundamentalmente en los núcleos donde las llamas están más cerca, aunque la situación es generalizada en todo O Barco.

Cuatro heridos en los incendios

Al avance del incendio el domingo dejó cuatro heridos. Un brigadista tuvo que ser atendido tras sufrir un golpe de calor y dos vecinos sufrieron quemaduras mientras intentaban apagar las llamas. Además, un motorista tuvo que ser evacuado tras sufrir un accidente con la moto y quedar cercado por el fuego. Sucedió en la carretera que sube de Viloira a Santigoso.