«Miguel Ángel era un bo fillo, un bo irmán, un bo amigo, un bo veciño»

Andrea Otero / R.N. OURENSE

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Los vecinos se reunieron junto a la escultura de Miguel Ángel Blanco para el homenaje.
Los vecinos se reunieron junto a la escultura de Miguel Ángel Blanco para el homenaje. ALEJANDRO CAMBA

El pueblo de Xunqueira de Espadanedo rinde homenaje a la víctima de ETA

14 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado ya 25 años desde que España entera estuvo pendiente del destino de un joven vasco de origen ourensano que rozaba la treintena: Miguel Ángel Blanco. El pueblo ourensano de Xunqueira de Espadanedo celebró ayer un acto para recordar aquel 13 de julio de 1997 en el que el joven fue asesinado a manos de la banda terrorista ETA tras 48 horas de secuestro. El alcalde del concello ourensano, Carlos Gómez Blanco, leyó el manifiesto con la voz quebrada rodeado de los vecinos. El homenaje se rindió junto a la estatua elaborada por Cotado en honor a Miguel Ángel Blanco.

Los padres de la víctima de ETA, ya fallecidos, era originarios de los pueblos ourensanos de Xunqueira de Espadanedo y A Merca, donde pasaban los veranos en compañía de sus vecinos. «Era un bo fillo, un bo irmán, un bo amigo, un bo veciño», recordaban en el manifiesto. También era un amante de la música y la literatura al que le gustaba canturrear al ritmo de la canción Malditos duendes, del grupo Héroes del Silencio.

En la lectura se recordó quién era Miguel Ángel y por qué fue asesinado. Además, en el manifiesto se incluía que el pueblo de Xunqueira de Espadanedo se compromete a seguir preservando los principios que defendía. «O seu exemplo, o ensino daqueles días de xullo e o compromiso coa memoria de todas as vítimas deben ser a nosa guía», leía el alcalde.

En el acto también se condenó la falta de memoria histórica que provoca que generaciones posteriores no conozcan la historia de Miguel Ángel Blanco, así como cualquier acto terrorista. «Defender a xustiza é esixir que se cumpran as condenas e se resolvan os casos pendentes», indicaba Carlos Gómez sobre los más de 300 casos de asesinatos que siguen sin resolverse.

El despertar de la sociedad

Miguel Ángel Blanco era concejal del Partido Popular en Ermua, un municipio de Vizcaya, cuando fue secuestrado a punta de pistola por la banda terrorista vasca a la salida de la estación de tren. Días antes había sido liberado Ortega Lara tras 532 días raptado. La condición que ETA ponía para la liberación de Miguel Ángel Blanco era que se acercaran los presos de la banda terrorista a las cárceles vascas o, por el contrario, sería ejecutado. Dos días pasaron hasta que unos senderistas encontraron al concejal de Ermua con dos tiros en la espalda, pero todavía vivo. La madrugada de ese día fallecía y España entera se manifestaba con las manos blancas.

Miles de concentraciones se sucedieron en aquellos días de julio. La sociedad española se movilizaba masivamente por todo el país en contra de los actos terroristas que estaban sacudiendo España. Fue el despertar de una sociedad que tenía esperanza en que la vida de Miguel Ángel no se perdiera a manos de ETA. Finalmente la tragedia ocurrió. Fue la víctima número 776 de las 854 de la banda terrorista, que continuó matando en los siguientes años.

Repulsa por el asesinato de Miguel Ángel Blanco en el año 1997
Repulsa por el asesinato de Miguel Ángel Blanco en el año 1997 RAFA RIVAS | afp

Ni olvidan ni perdonan

El alcalde recuerda que Miguel Ángel era una persona llena de proyectos, vitalista y comprometida con sus ideales. «Tamén era unha persoa moi alegre e faladora con todos os veciños do pobo», recordaba Gómez. Vecinos a los que su asesinato afectó especialmente por la proximidad con la familia y la crueldad de lo ocurrido aquel 13 de julio de 1997. «A morte sempre doe, pero un asasinato deste tipo aínda máis», afirmaba Carlos Gómez Blanco.

Las vecinas de Xunqueira de Espadanedo que acudieron a la lectura del manifiesto contaban que la gente del pueblo sufrió mucho con la muerte de Miguel Ángel Blanco. «Cando comunicaron que morrera, o pobo enteiro encheuse de velas e todos os días facíamos algo na súa honra», recordaba una mujer. Durante las 48 horas de su secuestro, el pueblo no perdió la esperanza de que saliera con vida. Cuando ocurrió la tragedia, los vecinos del pueblo se movilizaron a todas las manifestaciones y actos celebrados en su honor. «Todo o pobo foi en autobús a Santiago de Compostela», indicaba otra vecina de Xunqueira.