«Es una pena ver cómo se han ido abandonando nuestros pueblos»
Benito Gómez fue a la escuela en Casal de Abad, en su misma parroquia de nacimiento. Ahora ya no quedan niños para mantener una infraestructura escolar. Ni ahí, ni en otras localidades de mayor envergadura. De cómo han ido desapareciendo las escuelas en el rural ourensano sabe bastante este cura al que, en 1988, el obispo José Diéguez Reboredo le encargó la delegación de Enseñanza Religiosa. «Fue una etapa muy bonita en la que conocí todos los colegios en todos los rincones de la diócesis porque tenía que hablar con los maestros que se encargaban de la asignatura», recuerda. Aunque ya en aquel momento habían desaparecido las antiguas unidades educativas como la que le acogió a él hasta los 12 años todavía había muchos colegios rurales. «Ahora es una pena ver cómo se han ido abandonando nuestros pueblos por falta de ese relevo generacional», dice.