José Posada: «Llegué a ganar más dinero con la tuna en Japón que trabajando en Lladró»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

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José, junto al monolito en honor a su padre, Pepe Posada
José, junto al monolito en honor a su padre, Pepe Posada Santi M. Amil

Es uno de los propietarios de Posada Marron Glacé, profesor de economía en Ourense y todo sin dejar de cantar

27 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

José Posada (Ourense, 1973) es una persona muy ligada a la ciudad y aún así ha pasado largas temporadas fuera de ella. Es hijo del empresario, impulsor del marron glacé, Pepe Posada, y de la catedrática en Lengua Española, María do Carmo Henríquez. Nació en el hospital Cosaga, fue a la guardería Bedoya, al colegio Curros Enríquez y al instituto de As Lagoas. «En aquel momento estábamos más de cuarenta personas en cada clase y no nos alborotábamos. Teníamos disciplina, rendimiento académico y salíamos mucho más formados que los alumnos de hoy en día», recuerda. Lo dice desde el conocimiento de causa que le da ser profesor en el Epapu de Ourense, el centro de educación para personas adultas, antiguo Ingabad. Estudió la carrera de Economía en la Universidad Complutense de Madrid y allí descubrió su gran amor: la tuna. «Es una forma de vida basada en la de los antiguos juglares y trovadores. Surgió entre los estudiantes de las primeras universidades, como una manera de ganar unas monedas con las que poder pagar su manutención y sus estudios», relata José. Su padre también fue tuno, concretamente con la agrupación de peritos industriales de Vigo. «Sí, de hecho le cantó a la duquesa de Alba en el año 1959. Pero es que la tuna también es sinónimo de camaradería, de amistad, de nobleza, de saberse comportar... de una serie de valores y principios que yo creo que hacen muchísima falta en la población. Sobre todo hoy en día, que vivimos un momento en el que el nivel educativo ha caído y eso se ve en los resultados de los estudiantes», sentencia este profesor ourensano, que lleva disfrutando de las tunas desde que tenía poco más de veinte años.

Académicamente se especializó en comercio exterior, inspirado por el ejemplo de su padre. «Él puso a Ourense en el mapa. Llevó la castaña por el mundo y abrió un montón de mercados también para otros productos ourensanos como la pizarra o el vino. Esa vocación internacional fue la que me impulsó a irme al extranjero», recuerda José. Su primera salida profesional de España fue a Japón en el año 2000. «Me fui con un programa de la Comisión Europea y estuve allí tres años. Mientras aprendía japonés, hacía prácticas en distintas empresas», añade. En ese tiempo también trabajó para la empresa Lladró y dio a conocer el negocio de su familia, Posada Marron Glacé, fundado por su padre y su abuelo en 1990, en el país Nipón. «Abrí y consolidé el mercado japonés que tenemos todavía en la actualidad», dice orgulloso. «Pero llegué a ganar más dinero formando parte de una tuna española en Japón que en Lladró», confiesa.

En el 2003 se mudó a Rusia, donde estuvo hasta el 2007. «Me surgió irme como director de exportación en la mayor fábrica de vinos espumosos rusa, MKXB. Fue una gran oportunidad en la que también abrimos la delegación rusa de la empresa y pusimos carritos de castañas asadas en varios puntos del país. Me llevé a un total de nueve tunas españolas para presentar cada uno de ellos. A la gente les entusiasmaba verlas y oírlas cantar», afirma. De hecho el Clavelitos o el Triste y sola se queda Fonseca ayudaron a José a cerrar varios de los acuerdos comerciales tanto en Japón como en Rusia. «Los japoneses hacen negocios en los karaokes privados y los rusos más o menos igual, cuando llegué a MKXB y vi que estaban en las fiestas tocando la balalaica y tomando vodka, me di cuenta de que era lo mismo. Crea empatía, confianza y muchísima simpatía», afirma.

A su vuelta a Galicia fue cuando comenzó su carrera dentro de la empresa familiar. Al mismo tiempo se preparaba las oposiciones para profesor de secundaria. «Eso me viene de la vena de mi madre. Siempre me gustó la docencia y por eso decidí que quería dedicarme a ello», confiesa. Tras ir encadenando distintos contratos, en el 2016 consiguió empezar a trabajar como interino. Fue en ese momento cuando cedió la gestión de Posada Marron Glacé a una persona externa a la familia. «No me era posible compaginar ambas funciones así que nombramos a Miguel Ángel Veiga. Es una persona de nuestra máxima confianza que desarrolla un trabajo impecable. Aunque la empresa sigue siendo propiedad de la familia, él se encarga de la gestión por completo», dice José.

Forma parte de la tuna de Ourense y acaba de entrar en la de ámbito nacional

José Posada todavía no ha colgado los hábitos de tuno y de hecho es parte activa de la de Ourense. «Me contactó David García Rubianes, el jefe de la tuna ourensana, en el 2018 cuando estaban empezando a resucitarla», recuerda. Se unió al proyecto antes de colgar el teléfono. Ahora son casi una decena de tunos, a los que es posible escuchar en el bar Antiguo o'Renque, en As Lagoas, o en la zona del María Andrea, en los vinos.

José acaba de entrar en Tuna España, la asociación nacional de veteranos de este sector. «Soy el único ourensano de sus 500 componentes. Es algo que me hace muchísima ilusión porque es una tuna en la que están personas a las que admiro profundamente», termina.

DNI:

Quién es. José nació en Ourense en 1973, estudió Economía en la Complutense de Madrid y trabajó en países como Japón o Rusia. También gestionó la empresa familiar Posada Marron Glacé. Lleva toda su vida vinculado a la tuna y actualmente es profesor en el centro de educación para adultos de Ourense.

Su rincón. Escoge el monolito en honor a su padre, en el parque do Ribeiriño, en el Paseo das Ninfas de Ourense. «Soy fiel descendiente de mi padre y creo que no hay un sitio que me represente mejor que este», explica. Aprovecha la visita para colocar sobre el monolito la beca que le acaban de conceder desde Tuna España. «Sé que a él le haría mucha ilusión que yo entrase en esta asociación», termina.