Marisa Marimón: «Mi intención era mostrar el trabajo de artistas que no eran conocidos aquí»

xosé manoel rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

La galerista se siente «muy conocida y muy valorada» en el sector

13 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Voy a tener que jubilarme. Sigo pagando para ayudar a que se recupere la situación, como dicen que no va a haber para las pensiones, pero ya va siendo hora que me toque a mí», comenta entre sonrisas Marisa Marimón (Barcelona, 1941). Cuesta creer que lo haga, la conversación la delata y la pasión por lo que hace —por lo que siempre deseó, y peleó, hasta convertirlo en realidad— dibuja a una galerista identificada con su profesión, con los artistas que representa, con los nuevos creadores, con el arte y la cultura. La vitalidad, la sonrisa, el brillo de sus ojos verdes solo se turba cuando asoma por una rendija la situación de la ciudad: «Esto es una desgracia. El Outono Fotográfico y todo lo que ha desaparecido o se han cargado en Ourense. Hasta el Consello Municipal de Cultura. Y escuchar que la cultura no tiene retorno... ¡Inaudito!, ¡Que vergüenza!».

—¿Crear la galería fue su sueño cumplido?

—Sí. Siempre quise trabajar pero fueron llegando los hijos y se fue retrasando todo. Sabía que iba a montar una galería, era lo que realmente quería, aunque no lo pude hacer hasta que vi que mis hijos ya estaban criados. Antes, en 1987, ya empezara ayudando a mi marido con la informatización de la empresa. Y la galería llegó en 1994.

—¿Qué objetivos se marcó?

—Desde el principio tenía claro lo que quería, y lo mantengo. Mi intención era mostrar en Ourense el trabajo de artistas que no eran conocidos aquí. Montar exposiciones y traer a esos creadores era lo primero. Y ayudar a los jóvenes que empezaban a dar el salto para que a los artistas gallegos se le valorase fuera.

—¿Cómo selecciona a los creadores con los que trabaja?

—Soy muy ecléctica y me da buen resultado apostar por aquellos artistas cuyo trabajo me gusta. Y trabajando, básicamente, como todas las galerías: viendo lo que se está haciendo en cada momento, revisando el material que te mandan o las propuestas que te hacen llegar. Un poco de todo.

—Abrió en Cardenal Quiroga y en el 2004 se trasladó a Benito Vicetto. ¿El cambio de ubicación se notó en la actividad?

—Para nada. Al contrario. En Cardenal Quiroga el local estaba en un edificio que se fue quedando deshabitado, el acceso para piezas grandes era difícil, con el deterioro del inmueble se acabó inundando la galería un par de veces, con el agua cayendo por las paredes, y deshaciendo todo... Aquí el acceso es mucho mejor, hay espacio para todo, tenemos zona para embalar o trabajar con las obras y, sin lugar a dudas, estamos mucho mejor. Y el público que va a las galerías es específico y se desplaza sin problemas. Aquí estamos mucho mejor.

—¿Hay coleccionistas de arte en Ourense?

—Sí. Es cierto que había más demanda y movimiento antes, pero la crisis pasó una importante factura al sector. Hay muchos que coleccionan artistas locales, otros tienen más interés en los gallegos. Y existe un público de nivel medio que genera la demanda: arquitectos, ingenieros, abogados... También, y esto está relacionado con la crisis, constatas que hay gente que está intentando deshacerse de lo que tiene.

—Hace años ofrecía la posibilidad de adquirir obra en base a aportaciones mensuales. ¿Funcionaba la modalidad?

—La cuenta de arte la teníamos casi todas las galerías y funcionaba muy bien porque te permitía acceder a obras e ir creando tu colección de forma progresiva. Cuando llegó la crisis se acabó. Y es lógico, la gente empezó a recortar gastos y el arte no entraba en las prioridades.

—¿Camino de los treinta años de carrera con qué exposición se quedaría?

—Eso es como preguntar a qué hijo quieres más. Han sido unos años maravillosos; por aquí ha pasado gente que han alcanzado un nivel que ni te imaginas. Algunos no los podría traer hoy ni aunque quisiera y hay quien me dice que quiere volver y no me lo creo —¿A mi galería, en serio? les pregunto—.

—¿Ha valido la pena?

—Y tanto. A pesar de ser una galería pequeña, en mi mundo soy muy valorada y muy conocida.

«A las ferias vas por los artistas, para darles visibilidad y una oportunidad»

Por Marisa Marimón han pasado artistas como Daniel Canogar, Hernández, Hugo Fontela, Murado, Christian Villamide y muchos otros. Cuando se le pregunta cuál ha sido el proyecto que le gustaría haber desarrollado y no fue posible materializar no duda ni para pestañear: ladea la cabeza, gesticula con las manos y asevera. «Ninguno. Todos los artistas que quise traer han pasado por la galería».

—Acaban de regresar de JustMAD, la feria de arte madrileña. ¿Cómo ha sido el balance?

—JustMAD no es muy restrictiva, se centra en la gente joven y en los artistas emergentes y solo permiten llevar a tres creadores, y no obras de gran formato porque son espacios expositivos pequeños. En un modelo que nos gusta y que se adapta bien a lo que nosotros hacemos.

—¿Compensa participar en estas iniciativas?

—Con la crisis se fueron aquellas citas en las que vendías para las colecciones institucionales y colocar una obra de gran formato servía para levantarte la paletilla. A las ferias vas por los artistas, para darle visibilidad y que tengan una oportunidad para que los conozcan y le puedan salir proyectos o contactos. Como modelo de negocio no es algo que llame la atención, pero siempre es bueno que te vean, estar en contacto con las otras galerías y con lo que se está haciendo en cada momento.

—¿La salida de ARCO fue un golpe duro?

—Aquello fue terrorífico. Estaba claro que se querían deshacer de un modelo de galerías para reorientar la feria y lo hicieron a base de unas exigencias y unas condiciones imposibles. Hubo algún compañero que pleiteó y la Justicia le dio la razón. ¿Pero de que te vale? Entonces era un foro imprescindible. Podría volver a ARCO si quisiera, pero ahora no tengo interés en hacerlo.

Casa Batlló, sobrina del cineasta Nieves Conde y apasionada del mus

Podría decirse que María Luisa Marimón Nieves, Marisa Marimón, y el mundo en que disfruta y desarrolla su pasión estaban predestinados. La galerista nació en una obra de arte —la barcelonesa Casa Batlló, de Antoni Gaudí— y su abuelo contaba con una importante colección. Los ojos verdes se le enciende cuando se ve de niña «e iba con mi abuela, que me explicaba cuándo había comprado los cuadros mi abuelo y la historia de cada uno de ellos». Su padre la llevaba a ver las exposiciones y de joven se recuerda en el estudio del diseñador Miguel Milá, todo un icono en el diseño de lámparas, muebles y otros materiales. Se siente orgullosa de que dos de sus hijas sigan con su pasión —Nuria trabaja con ella en la galería y Cecilia es la comisaria del Xacobeo 21-22— y hace profesión de fe: soy muy cabezota y disfruto con mi trabajo porque es lo que me gusta.

—Es una de las asiduas en las sesiones del Cineclub Padre Feijoo.

—Lo era, ahora lo soy menos porque no me cuadran los horarios. Antes cerraba; llegaba a casa, me hacía la cena y bajaba al cine. Ahora, con el cambio de la hora de proyección por culpa de la pandemia, no me da tiempo.

—¿El cine es una de sus aficiones?

—Lo fue siempre. Y más teniendo a un tío que forma parte de la historia cinematográfica de este país. Venía por casa —el director José Antonio Nieves Conde— cada vez que andaba buscando exteriores para rodar y contaba anécdotas e historias de los proyectos en los que andaba metido.

—Se aplicó en el tenis.

—Y en el tiro con arco. Cuando jugábamos al tenis lo hacíamos en el Club Santo Domingo. Después creamos un equipo y nos íbamos a jugar por ahí. Cada quince días teníamos partido fuera. Después lo dejé y me aficioné al tiro con arco. Nos enseñaba Arturo Osorio y acabamos participando en campeonatos. Después ya dejé la faceta deportiva y me pasé a las cartas, que es algo que me apasiona.

—¿A qué juega?

—Hubo una temporada en que jugaba al bridge. Me gustaba mucho y me lo pasaba muy bien, hasta participaba en las partidas por Internet. Ahora disfruto jugando al mus. Soy del equipo del Rotary Club, pero con la pandemia se acabó la liga.

Quién soy.

«Una persona que se apunta a un bombardeo, a la que gusta probar y hacerlo todo. Y cuando llego arriba siento que ya he cumplido con lo que me propuse y empiezo con otra cosa nueva. Me entusiasmo con cualquier cosa y todo me parece maravilloso y fantástico. Soy disfrutona, una persona que goza con lo que hace. De las que se levanta por la mañana y todo lo ve bien»