Seguir en la brecha para cerrar la brecha

Carmen Sampayo FIRMA INVITADA

OURENSE

06 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Con frecuencia me pregunto si el término «brecha» que se usa para definir una determinada situación de iniquidad refleja exactamente la trascendencia de la realidad que vive la sociedad, o, por el contrario, estamos ante una cierta banalización y no prestamos atención al calado de la desigualdad de género. El martes celebramos el Día Internacional de la Mujer. Este año la ONU mujeres centra el día en la sostenibilidad «Igualdad de género hoy para un mañana sostenible», reconociendo así la contribución de las mujeres y las niñas de todo el mundo, que están liderando los esfuerzos de respuesta, mitigación y adaptación al cambio climático para construir un futuro más sostenible para todas las personas. Por su parte el Parlamento Europeo se centra en la «carga mental, igualdad de género en el teletrabajo y trabajo de cuidados no remunerado tras la pandemia».

Siendo ambos lemas de gran calado, complementarios y muy importantes, me inclino a apoyar esta vez la campaña de la organización europea analizando lo que ha supuesto y sigue suponiendo la pandemia para las mujeres. La razón no e otra que los datos que se desprenden de la segunda edición del índice ClosinGap sobre el coste de oportunidad de la desigualdad de género en la economía española: la pandemia ha intensificado la brecha de género incrementando dos años más, hasta 2058, el período que se necesitaría para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombre en la sociedad española; es decir, todavía quedan 36 años para que desaparezca por completo dicha brecha ceteris paribus, como diríamos en teoría económica. Esto es, manteniendo el resto de las variables constantes tardaríamos un par de años más respecto al primer informe en alcanzar la ansiada igualdad. Mucho me temo que el año que viene estaremos ampliando el horizonte temporal al incorporar las consecuencias económicas y humanas de esta guerra incomprensible.

Además, las mujeres, a pesar de que representamos el 51,4 % de la población en edad de trabajar solamente contribuimos al 41,4 % del PIB. El coste de la desigualdad entre ambos sexos equivale a un 19 % del PIB. El riesgo de pobreza y exclusión social ha aumentado para las mujeres y continuamos estando sobrerrepresentadas en sectores económicos menos productivos, aunque hemos avanzado levemente el estar presentes en sectores cuya productividad se ha visto incrementando en pandemia, como la sanidad y la educación.

Tan importante o más que los datos de afiliación, son los indicadores de productividad y de número de horas trabajadas. La pandemia ha afectado negativamente a la conciliación, aumentando además de la tasa de parcialidad en el empleo y disminuyendo el número de horas trabajadas por mujeres. Esto sin disponer de datos oficiales de las mujeres que desempeñan su actividad por cuenta propia o autónomas. Las consecuencias económicas, laborales y personales para las profesionales independientes, las pequeñas empresarias, junto con las empleadas de hogar, bien merecen un análisis más pormenorizado acerca de la productividad y del número de horas trabajadas.

Brecha en la salud, brecha en la conciliación, brecha en las pensiones, brecha en el ocio, brecha en la movilidad, brecha en el turismo, brecha en el empleo, brecha en la digitalización, brecha en el consumo, brecha en la notoriedad pública, brecha en la discapacidad, brecha en el medio rural, brecha en los salarios, brecha en el número de horas trabajadas,… Considerando que todas estas brechas por cuestión de género son transversales, no excluyentes, acumulativas e interdependientes, lo mismo podríamos hablar de bache de la desigualdad y no de brecha.

Carmen Sampayo es la decana-presidenta del Colegio de Economistas de Ourense.